Ya se pasó, pero ¡cómo se pasó! No puedo por menos que compartir con vosotros la emoción contenida y las vivencias de toda esta intensa semana. Dios sabe realmente por qué solamente dura este tiempo, pues de lo contrario no sería igual.
Tras una Cuaresma plena de actos litúrgicos y culturales, en los que creo que he tenido una participación excesivamente protagonista, quizás motivada por el elevado concepto que de mi tienen quienes me quieren, llegó la tan ansiada Semana de Pasión con un Domingo de Ramos puramente salmantino y primaveral. La despedida del grupo escultórico de "La Borriquilla" no se merecía menos y niños y mayores acompañamos a la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños en esta procesión tan especial para ellos, por cierto, es un placer escuchar a la Banda de la Piedad en Salamanca (y no lo digo por mi amistad para con muchos de ellos). Por la tarde los recuerdos hacen que, viendo a Ntro. Padre Jesús del Perdón, me ponga un tanto melancólico, pues pienso que estoy en deuda con El por no seguir a su lado cada tarde de Domingo de Ramos.
El Lunes Santo vivimos en Salamanca la sobriedad y el silencio de la Procesión del Cristo de los Doctrinos. ¡Qué acierto efectuar Estación de Penitencia ante el Santísimo en la S.I.B. Catedral! Por fin alguien se ha atrevido a dar un paso importante en la Semana Santa Salamantina.
Y el Martes, con Diego para Sevilla. ¡Qué jornada! Poner los pies en esa maravillosa tierra y estar frente a la Señora de Sevilla es todo uno. No hay palabras para describir tanta belleza, de verdad os lo digo. Hasta Diego que es más trianero que la leche se quedó alucinado. Allí estaba Ella presidiendo la Basílica, con el permiso de Su Hijo, el Señor de la Sentencia que te recibía con su túnica de cardos nada más entrar. Y de ahí, visita obligada para estar con dos Señores, El Señor del Gran Poder, y mi amigo del alma, Antonio Vargas. Uno y otro van unidos, uno y otro me cautivan, uno y otro dan sentido a mi vida. Aguantar la mirada del Señor cuando le besas sus manos es un reto difícil de alcanzar, por eso pasé dos veces y más lo habría hecho. Y qué decir de Antonio, que es todo corazón, entrega, delicadeza, pasión, comprensión, generosidad, AMISTAD, sí, con mayúsculas.
Y con Juanito, el gitano, y
Marta, nos fuimos a ver cofradías en la calle a partir de las 18:00. ¡Como
estaba Sevilla! Todo el mundo quería ver procesiones: San Esteban, La
Candelaria, Los Estudiantes, etc.
Y a las 20:00 a coger sitio a San Lorenzo para ver El Dulce Nombre. Y de ahí, con Antonio, a patear Sevilla y seguir viendo Cristos y Palios, Palios y Cristos. San Benito, Santa Cruz, Los Javieres... Las 2:00 de la madrugada cuando nos recogíamos. Gracias Antonio por tu hospitalidad y por las torrijas de tu hermana.
Y el Miércoles, tras un gran desayuno en la calle Feria (Monte-Sión) nos dirigimos a Rota (Cádiz). Tren, taxi, hotel, ducha, nos maqueamos y a misa en la Capilla de la Caridad. Allí todo su besos, abrazos, saludos y buenos deseos para una noche próxima. Las cañitas de rigor y a descansar.
A las 20:00 ya estamos todos los costaleros con los nervios en el estómago. Hacemos la ropa, nos dan las órdenes y los relevos, y a las 21:30 ya está el cortejo en la calle. Música de Capilla y saetas reciben al Señor de la Salud mientras de rodillas los costaleros atraviesan la puerta de la Capilla. Luego llega nuestro turno. María Santísima de la Caridad ya está en la calle y todo Rota con ella. ¡No hay levantás como las del palio de la Caridad! Dos cirios rotos de la candelería dan testimonio de lo que digo. No los hay más burros en toda Andalucía. Calor, pasión, esfuerzo y oración son una combinación indescriptible para este costalero que cada día se siente más andaluz. Y termina la noche, cansado, pero con la satisfacción del deber cumplido. Gracias a mis hermanos costaleros por vuestra generosidad para conmigo. Y luego momentos de fraternidad: cervecitas, bocadillos, charlas y el cariño del capataz Bonomo hacia todos.
Y el Jueves para Sevilla de
nuevo. Pero esto merece comentario aparte. La Madrugá es la Madrugá.