De David te doy gracias, Señor,
de todo corazón, frente a los dioses cantaré para ti.
(Salmo 138)
Yo me postro hacia tu santo
templo, doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tus promesas
superan tu renombre.
El día que te llamé, tú me
respondiste y me diste valor.
Que te den gracias, Señor, todos los reyes de la tierra, cuando escuchen las palabras de tu boca.
Que
ensalcen los caminos del Señor: ¡Qué grande es la gloria del
Señor!
Aunque es excelso, el Señor se fija en el humilde, pero conoce desde lejos al soberbio.
Cuando estoy en peligro, tú me sacas con vida; das a mis enemigos un puñetazo en las narices y tu diestra me salva.
El Señor lo hará todo por mí. Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.