20 marzo 2011

Javier Aguilar, pinturas para la Esperanza



Desde el pasado día 7 de marzo y hasta hoy domingo 20, el Salón de Actos de la Hermandad de la Macarena de Sevilla ha acogido una muestra de pintura que algunos estábamos deseosos de contemplar. ¡Y qué mejor espacio que la casa de hermandad de los macarenos!

Gracias a mi presencia en Sevilla con motivo del primer ensayo he tenido la gran suerte de contemplar y admirar "in situ" los trabajos de este extraordinario pintor pontanés, algunos de los cuales conocía a través de la red, lo que me motivaba aún más para acercarme a la exposición.

Pero Ella, siempre Nuestra Esperanza, me tenía reservada una agradable sorpresa. Estoy convencido de que Ella fue la que intercedió ante Su Hijo Sentenciado para que pusiera ante mi al artista, a la persona, a Javier Aguilar. Os confieso que la media hora que compartimos fue todo un "estar muy a gustito", pues aunque ambos nos conocíamos desde hace algunos años, no habíamos tenido la oportunidad de estar juntos en persona.

Puedo confesaros, como podéis comprobar por sus obras, que Javier es un pintor de una talla impresionante, capaz de plasmar en sus lienzos esos detalles que siempre llaman nuestra atención: las miradas, las manos, los gestos. Sus obras cobran tanta vida que, al contemplarlas, - los no entendidos siempre soltamos la misma estupidez -pensamos que estamos ante una fotografía.

Pero Javier es mucho más que un artista, un pintor... En el encuentro que mantuve con él tuve la oportunidad de encontrar a una persona encantadora, cariñosa, tranquila y afable en el trato, comprometido con su trabajo y sus pasiones y dispuesto a "perder el tiempo" con gentes como yo que no nos cansamos de agobiarle a preguntas sobre sus obras...

Deciros algunas cosas más sobre quién es Javier Aguilar Cejas: es Técnico Superior en Artes Plásticas, Joyería y Platería Artística y miembro de la Capellanía de los Artistas de Siena (Italia). Su vinculación con la Semana Santa de Puente Genil es grande, siendo Mayordomo de la Patrona, la Purísima Concepción, colaborando también con hermandades de Córdoba, Sevilla, Granada y Málaga.

Sus trabajos no se limitan solamente al ámbito cofrade, sino que se complementan con pinturas taurinas, cerámicas, retratos, etc.

A continuación os dejo con parte de la muestra que tuve el honor de presenciar y compartir con el autor y que, como podréis observar, está enmarcada en la propia hermandad macarena junto con otras obras de singular espectacularidad. Significar, pues no puedo por menos, que de la pared principal del salón cuelga un majestuoso cuadro de Nuestra Madre de la Esperanza, un cuadro que está pidiendo a gritos que no lo descuelguen al concluir la exposición.

Javier, gracias por compartir tu tiempo conmigo, por obsequiarnos con tu extraordinario trabajo, por permitirme conocerte personalmente. Un beso para ti y para María.
















10 marzo 2011

Actos Cuaresma 2011 - Hermandad de Jesús Despojado Salamanca

MARZO

Día 9 – MIÉRCOLES DE CENIZA. Lugar: Iglesia de San Benito. Hora: 20:30 h

Día 12 – VÍA CRUCIS DE LA PASIÓN. Lugar: Residencia de las Hermanitas de los Pobres. Avda. San Agustín nº 43. Hora: 18:15 h.

Día 12 - PREGON DE LA SEMANA SANTA JOVEN. A cargo de D. Angel Benito Palomino. Lugar: Parroquia de San Juan de Mata. Hora: 20:45 h.


Día 13 – MISA III ANIVERSARIO DE ERECCIÓN CANÓNICA Y PROMESA DE ESTATUTOS E IMPOSICIÓN DE MEDALLAS A NUEVOS HERMANOS. Lugar: Iglesia de San Benito. Hora: 13:00 h. - COMIDA DE HERMANDAD POR EL III ANIVERSARIO DE ERECCIÓN CANÓNICA en la Sala Mayor “Jovellanos”, CASA DE LA IGLESIA

Día 25 – TEATRO Pro-Ayuda Imágenes Titulares - "Retrato de la Baronesa Von Pfeiffer" por el Grupo de Teatro de la Asociación de Mujeres de "Buenas Amigas de Buenos Aires". Organiza Asociación de Vecinos AVESAL. Precio de la entrada: 3,00€. Lugar: Auditorio del Centro Municipal "Julián Sánchez El Charro". Hora: 19:00 h.

Día 27 – MÚSICA COFRADE a cargo de la BANDA DE MÚSICA “CIUDAD DEL TORMES”. Lugar: Residencia de las Hermanitas de los Pobres. Hora: 17:00 h.


Día 31 Marzo hasta el 10 Abril – EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS DE SEMANA SANTA PRO-AYUDA A SUFRAGAR LAS IMÁGENES TITULARES DE LA HERMANDAD Y PASOS EN MINIATURA (18:30 a 21:30)


ABRIL


Día 2 – AUDIOVISUAL “SEVILLA REZA CANTANDO por los CANTORES DE HISPALIS. Lugar: Residencia de las Hermanitas de los Pobres. Hora: 17:00 h.

Día 3 – IV CONCIERTO SOLIDARIO DE MARCHAS PROCESIONALES “DOS EUROS PARA HAITÍ” (Donativo entrada). Lugar: Iglesia de El Carmen Hora: 18:00 h. (A las 17:00 h, Desfile desde Los Bandos). Participan: Banda de Música Ciudad del Tormes, A.M. Oje de Salamanca, A.M. Nuestra Señora de la Estrella de Carbajosa de la Sagrada y Banda de CC. y TT. Nuestra Señora de la Piedad de Salamanca.


Día 9 – ORAR CANTANDO EN CUARESMA. Concierto de Coros y TESTIMONIOS de vida cristiana. PRO-AYUDA A SUFRAGAR LAS IMÁGENES TITULARES DE LA HERMANDAD. Donativo Entrada 2 €. Lugar: Iglesia de San Benito. Hora: 19.30 h. Testimonios: Hermanita de la Residencia de las Hermanitas de los pobre y Tomás González Blázquez - Coros: San Benito y Colegio de la Inmaculada de Armenteros


Día 10 – ORAR CANTANDO EN CUARESMA. Concierto de Coros y TESTIMONIOS de vida cristiana. PRO-AYUDA A SUFRAGAR LAS IMÁGENES TITULARES DE LA HERMANDAD. Donativo Entrada 2 €. Lugar: Iglesia de San Benito. Hora: 17.30 h. Testimonios: Policarpo Díaz Díaz y Teresa Martín Barcala - Coros: Elykya y Diocesano

Día 16 – REPRESENTACIÓN DE “LA PASIÓN” POR EL GRUPO CATEJA DE LA ALBERCA PRO-AYUDA A SUFRAGAR LAS IMÁGENES TITULARES DE LA HERMANDAD. Lugar: CASA DE LA IGLESIA. Hora: 20:30 h. - Precio de la entrada: 6,00 €. Venta en Casa de la Iglesia y Asociación de Vecinos AVESAL


Día 23 – VIGILIA PASCUAL CONJUNTAMENTE CON LAS HERMANITAS DE LOS POBRES. Lugar: Residencia de las Hermanitas de los Pobres. Hora: 20:30 h.


Más información en la web de la Hermandad:

PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA SEMANA SANTA DE LA HERMANDAD DE LA MACARENA 2011


En la noche del día nueve de marzo, tuvo lugar en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena, la presentación del cartel de la Semana Santa que cada año edita la Hermandad de la Macarena.

Para la presente edición se contó con la colaboración de Dª Nuria Barrera Bellido, pintora de reconocido prestigio y que ya en el año 2006 realizara para la Hermandad la Felicitación navideña. El acto fue presentado por el Secretario de Nuestra Señora de la Esperanza.

Tras descubrir la pintura, una sonora ovación de los presentes, que abarrotaban el templo, vino a refrendar la calidad, originalidad y belleza de la obra. La artística explicó la concepción de la misma y la importancia que tenía para ella la realización del cartel de la Hermandad de la Macarena, "un sueño hecho realidad", matizó.

El Hermano Mayor, D. Manuel García García despidió el acto con unas emotivas palabras y entregando a Dª Nuria Barrera un cuadro con la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena.





Fotografías y Noticia extraídas de la web oficial de la hermandad, donde podrás encontrar más información:


Mi más sincera felicitación y enhorabuena a la autora de la obra, Dª Nuria Barrera, a la cual le deseo muchos éxitos tanto en su vida personal como profesional.




07 marzo 2011

MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA DE 2011



«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)


Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».

Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo.

El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma”» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.


Benedicto XVI