15 noviembre 2013

Fragmento del Pregón de la Semana Santa de Sevilla 2004 dedicado a la Macarena


Estar cerca de La Macarena es ser la persona más afortunada del mundo. En Su Bajada para el Besamanos, junto a Ella se vive lo inimaginable. El hombro izquierdo siente sobre sí todo el peso de Su Dulzura Infinita y las manos tienen el privilegio de coger Su Cintura... ¿qué se puede encontrar mejor que ésto?. Caminar junto a Ella son los pasos más extraordinarios desde que se aprende a andar de muy niño. Es ayudar a Caminar a Tu Madre y llevar su peso...¡cuánto pesa el Amor! Es sentirse elegido, recibiendo tan Sublime Gracia del Padre Celestial.

En esos instantes sobrenaturales se ve claramente que toda la vida tiene sentido por llegar hasta allí, y se comprende entonces su significación: que Dios nos ponga en sitio y lugar determinados. Hemos de hacer su Santa Voluntad con alegría. Quien así no lo entienda, no entenderá la existencia nunca ¡Ella no nos dejará de Su Mano! Abrazando a la Macarena se aprende que todo tiene una explicación, que todo sucede por algo. Tú, Esperanza Nuestra, Eres la Estrella de la Mañana en nuestras noches oscuras, y nos ayudas a entender a Dios, a señalarnos Sus Caminos. A veces la vida –dice Juan XXIII- es "dejarse devorar por el sufrimiento y la Muerte para luego resurgir". ¡Qué importa sufrir si Ella está con nosotros!... ¡Cuánto bien haces a Sevilla, Madre nuestra!... Cuida siempre a los sevillanos; a los enfermos, a los niños, a los mayores, a los que están lejos de aquí; y a los que aquí han encontrado su vida...


Rezábamos el Rosario ante Ella encontrando gran consuelo a nuestras diarias preocupaciones, y las lágrimas brotaban sin querer. Rendidos cortesanos, enamorados peregrinos éramos los congregados en su Santa Presencia. Allí sucedía realmente algo sensacional... Su expresión Maternal, llena de Belleza y Vida. Verdaderamente estábamos en presencia de la Madre de Dios, de la Reina de las Reinas...

Todo era apoteosis. Lo más fascinante que los ojos puedan ver nunca. Su Expresión fabulosa. Su actitud. Su Juventud. Su Cintura. Y Su Cara... la Cara de la Macarena... El que lo vio y lo vivió proclama que Ella no es de este mundo, que ha venido del Cielo para ser nuestra Madre y Ayuda Perpetua... que Ella es – y hay explicación- el rumor del Pueblo, la Esperanza para continuar, el por qué de la multitud que la busca para tenerla cerca, la razón infinita de que muchos hasta lloren de alegría, emocionados, cuando la Virgen pasa ante ellos, o si tienen la dicha de que le paren delante a la Macarena...


Gracias al inolvidable ofrecimiento de la Hermandad, desde aquella noche única habrá siempre un antes y un después. Aquí os traigo la voz emocionada, que apenas es capaz de describir Lo que soportó este hombro, Lo que abrazó este brazo, Lo que cogieron estas manos, y Lo que vieron estos ojos que habrán de convertirse algún día en cenizas, en la Esperanza de la Resurrección Futura... ¡Cuánto premio en la Tierra!... ¡Qué difícil, Señor, me lo pones para entrar en el Cielo!: Pregonero de la Semana Santa y habiendo abrazado a La Macarena....



Dicen que hace muchos años
cerquita de la Alameda
–entre la Europa y El Barco,
donde la Correduría empieza-
cantaba desde un balcón
que estaba en Las Siete Puertas
saetas El Niño Gloria
al pasar la Macarena.

Desde el recuerdo encendido
de aquella Sevilla vieja,
desde el sincero Homenaje
a los viejos que lo cuentan
que se acuerdan de los cantes
que en las fotos color sepia
nos muestran una Sevilla
que quizá ya nunca vuelva,
y que pensando, pensando
hasta musitan las letras
que los viejos cantaores
ponían a sus saetas
yo quisiera componer
en esta hora que suena
un cantar para la Virgen,
un cantar que sea ofrenda.


Yo quisiera componer
a Tu Gracia algún poema
pero yo no sé cantar
esa Gracia que es Bandera
de la Sevilla de siempre,
de la Ciudad en que Reinas.

Quisiera ser bordador
de la saya que Tú llevas
quisiera ser el orfebre
que repujara las piezas
de paso tan prodigioso
que pasea Tu Realeza.

Quisiera ser el que hizo
las esmeraldas ya viejas
que regalara Gallito
Príncipe de la Alameda
genio de la torería
y devoto de Tu Esencia.


Quisiera ser yo, Señora,
capataz de Tu Belleza,
de Tu Mirada perdida
que a nada ni a nadie encuentra,
quisiera ser costalero
bajo Tus Plantas señeras
y que me mandara Alfonso
diciendo "Al Cielo con Ella".

Quisiera rezar la Salve
ante Tus Ojos de estrellas
y pedirte en oración
por toda Sevilla entera
que Tú le des la Esperanza
a los que nada ya esperan,
al que pide que lo saques
de las oscuras tormentas,
al que suplica callado
por la enfermedad cruenta
y al que lleva en las entrañas
el dolor que le acrecientan
las espinas de la vida,
que se le clavan con fuerza.



Quisiera ser Madrugada
y una voz que describiera
el Viernes por la Mañana
entre Sor Ángela y Feria.

Quisiera ser candelero,
jarra, candelabro y vela,
túnica juanmanuelina,
zanco de Tu parihuela,
quisiera ser el incienso
que se guarda en la naveta
el humo del incensario
que es presagio e inminencia,
humo de vaho encendido
por el fuego que despierta
el rumor de Tu Pasar
en todos los que te esperan.

Quisiera ser Relator,
el suelo de calle Feria,
balcón de calle Amargura
y colgadura de seda,
un farolito del Arco,
de la Muralla una almena,
color de la Barbacana
y las Torres de Defensa,
y el éxtasis desbordado
en el barrio que te sueña...
Esperanza, Torrigiano...
callejones que te esperan
desde hace tantos años
para aclamar a Su Reina.



Quisiera ser multitud
que agolpada te contempla,
ser un trozo de Tu Manto,
de algún faldón una hebra,
el brillo de Tu Corona,
clavel que se consumiera,
quisiera ser un Armao
del Señor de la Sentencia
y convencer a Pilatos
porque Tú ya no sufrieras;
quisiera ser un varal
que con ángel se meciera,
quisiera ser techo palio
y poeta ser quisiera
por narrar el entrecejo
que hace hablar hasta a las piedras
y con voz de viejecito
componerte una saeta
pa que la cantara El Gloria
–balcón de Las Siete Puertas-
y le dijese a Sevilla
que no existe más Pureza
que la que tiene una Flor
que está siempre en Primavera
que dicen vive en San Gil
y se llama Macarena.



Pregón de la Semana Santa de Sevilla del año 2004. Pronunciado por D. Rafael De Gabriel Garcia en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, el dia 28 de Marzo.