19 diciembre 2020

Adviento, tiempo de Esperanza. Veneración a la Esperanza Macarena 2020


El Adviento está tocado, de una forma muy particular, por la característica de la Esperanza. La Esperanza como virtud que sostiene al alma, que consuela al ser humano. Teniendo en cuenta este sentido esperanzador del Adviento, creo que cada uno de nosotros tendría que reflexionar sobre el tema de lo que es la Esperanza en su vida.







Cuántos desánimos, cuántas fragilidades, cuántas decepciones, cuántas caídas y cuántos momentos de rendirse a la hora del trabajo espiritual, apostólico y familiar no tienen otra fuente más que la falta de Esperanza. La falta de Esperanza es fruto de una falta de fortaleza que, al mismo tiempo, es el resultado de la carencia de perspectivas de cara al futuro, que es lo acaba por hundir al alma en sí misma y le impide mirar hacia el futuro, mirar hacia Dios.




Ahora bien, la Esperanza tiene dos facetas que debemos considerar de cara al Adviento. Hay una primera, que es una faceta de dinamismo. La Esperanza empuja, porque es como quien ve la meta y ya no se preocupa de si está cansado o no, de si las piernas le duelen o no, ni de la distancia a la que viene el otro detrás. Sabe hacia dónde se dirige, tiene una meta presente y corre hacia ella.



La Esperanza es algo semejante a cuando uno está perdido en el campo, y de pronto ve en la lejanía un punto que reconoce: un árbol, una casa, una parte del camino; entonces, ya no le importa por dónde tiene que ir atravesando, lo único que le interesa es llegar al lugar que reconoce. La Esperanza es algo que te sostiene y te permite seguir adelante sin preocuparte de las dificultades que hay en el camino. 




La segunda faceta de la Esperanza es la purificación, que produce un efecto correctivo y transformador en la persona. La Esperanza, al mostrarme el objeto al cual tiendo, me muestra también lo que me falta para lograr alcanzarlo. Por eso la Esperanza se convierte no en una especie de resignación o de ganas de hacer algo, sino en un fermento dentro del alma. 







Si Cristo es mi Esperanza, ¿Qué me falta para alcanzarlo? Si la armonía de mi familia es mi esperanza, ¿Qué me falta para conseguirla? Si mi hijo necesita que yo le dé este o aquel testimonio, ¿Qué me falta para podérselo dar? La Esperanza se convierte en aguijón, en resorte dentro del alma para que uno pueda llegar a obtener lo que espera.




Es necesario que en nuestras vidas existan estas dos dimensiones de la Esperanza: la dimensión dinámica y la dimensión de la purificación. Si nada más te quedas en el sostenerte, nunca te vas a transformar, nunca vas a llegar. Y si nada más te quedas en el transformarte, al ver lo duro, lo difícil y lo áspero de esta transformación, puedes caer en la desesperanza.






Aprendamos, entonces, a vivir en este tiempo de Adviento con la mirada dirigida hacia Cristo, que es el objeto de nuestra fe. Pidámosle al Señor que nos permita encontrarlo y recibirlo, y que nos otorgue la gracia de sostener nuestro corazón en el arduo trabajo diario de santificación.







Les invito a que con la Esperanza como virtud central en este tiempo de Adviento, podamos repetir lo que dice el salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿Quién podrá hacerme temblar? – P. Cipriano Sánchez García L.C.







Señora, entre espera y espera Tú siempre serás Nuestra Esperanza. Al llegar aquí y contemplarte tan cerca se descubren como tus lágrimas fueron soñadas por Dios para consolar a los que vienen aquí llorando la Esperanza y buscando en ti a la que puede dar razón de Nuestra Esperanza. 

Al llegar aquí y contemplarte tan cerca tan bella, tan nuestra se descubre que tu belleza fue soñada por Dios para dar consuelo a nuestras almas. Y es que, Bendita Madre de Dios, entre tantas esperas y esperas Tú eres Nuestra Esperanza. Tú eres la tierra buena donde hemos echado raíces. Tú eres la Madre del Amor



Y es que tu Esperanza no es un sentimiento si no que brota de la Caridad. Todo el que llega a esta Basílica buscando encuentra cumplidas sus esperanzas, especialmente los pobres, los que más lo necesitan. ¡Que la Caridad sea siempre una Esperanza cumplida! 




Ese es el culto más importante que puede ofrecerte esta Hermandad: Hacer que las esperanza de los pobres se cumplan. Ese es el hoy de la Esperanza. Esa es la realidad de la Encarnación ¡Esa es Nuestra Esperanza



Palabras de D. Manuel Sánchez Sánchez, Canónigo de la S.M.P.I Catedral de Sevilla, Párroco de Nuestra Señora de la Candelaria y Blanca Paloma. Pronunciadas durante la homilía de la celebración de la Solemne Función en honor a Nuestra Señora de la Esperanza Macarena.