18 enero 2013

Semillas para la reflexión: Palabras de Miguel de Unamuno


SEMILLAS DE UNAMUNO


Nace en Bilbao en 1864. En 1900 es nombrado Rector de la Universidad de Salamanca. En 1924 es desterrado a la isla de Fuerteventura. En 1930 vuelve del destierro a su cátedra. En 1936, el 31 de diciembre, muere en Salamanca.

Repasemos algunos de sus apasionados textos.

1 – Crítica a la sociedad materialista
“He aquí por qué me causa tristeza el radicalismo de algunas de nuestras masas populares y no espero nada fecundo de él. Al radicalismo popular español, y acaso el radicalismo popular de los demás países llamados latinos, o sea, en rigor, católicos, le falta sustancia y aliento religiosos. El punto flaco de nuestro socialismo, verbigracia, es su confusa noción del fin supremo de la vida individual.

Vamos a mejorar la condición económica del hombre, ¡bien!; vamos a hacer que no haya pobres ni ricos, ¡perfectamente!; vamos a lograr que con un moderado trabajo satisfagamos nuestras necesidades todos. ¡Muy bien!; ¿y después? Ya tenemos una sociedad como la sueñan Bebel o Kropotkine, ¿y qué será de cada uno de nosotros en ella? ¿Cuál será el fin de esa sociedad? ¿Para qué vivimos?

“¡Enriqueceos!”, decía el calvinista Guizón a la burguesía católica de Francia. ¡Enriqueceos! ¡Muy bien! ¿Y después, cuando seamos ricos?

País en que las gentes no piensan sino en enriquecerse, es país… no quiero pensar qué país es ése. Baste decir que, por lo menos, yo me moriría en él de frío, de vergüenza, de asco” (Ensayo escrito en Salamanca, en 1909, titulado “Materialismo popular”).


2 – Defensa de una sociedad espiritual
“El hombre que no quiere pensar en ciertos problemas eternos, es un embustero y nada más que un embustero. Y así suele ir tanto en los individuos como en los pueblos la superficialidad unida a la insinceridad. Pueblo irreligioso, es decir, pueblo en que los problemas religiosas no interesan a casi nadie –sea cual fuere la solución que se les de- es pueblo de embusteros y exhibicionistas, donde lo que importa no es ser, sino parecer ser” (Ensayo“Verdad y vida”, escrito en febrero de 1908).


3 – Su testimonio personal
“Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o por lo menos creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la historia. Es cosa de corazón. (…) Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, es cierto; tal vez no pueda saber nunca, pero “quiero” saber. Lo quiero y basta.

Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me ha acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma Y no griten ¡paradoja! los mentecatos y los superficiales” (Ensayo titulado “Mi religión”, escrito en 1907).


4 – Su oración
“Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad bendita en que vivir es soñar”.



Florentino Gutiérrez. Sacerdote Salamanca, 31 de diciembre de 2011
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