30 diciembre 2012

Balance de un año que termina. Feliz 2013

En la víspera del último día del año, quienes hemos acudido a celebrar la eucaristía dominical, nos hemos encontrado de nuevo con el Evangelista Pablo - ¡cómo me gusta San Pablo! – el gran converso, el muchas veces mal interpretado, incluso por nosotros los cristianos, pero sin duda alguien con el que me identifico por su carisma, por su fuerte personalidad y por su amor a los más pobres y, especialmente, por convertirse en uno de los máximos defensores de la Palabra de Jesús, del Amor a Cristo.

Y en este último post del año, Pablo ha querido acompañarme para darme luz en esta especie de balance – reflexión de un 2012 que para nada va a pasar a la historia, pues este “puñetero” año bisiesto se empeñó desde el principio en torcerse y, salvo momentos muy concretos, así ha ido agotando una a una las hojas de su almanaque.

En su carta a los Colosenses, San Pablo les invita, nos invita a lo siguiente: “Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión. Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos…”

Te confieso que tras escuchar sus palabras esta mañana en la capilla de la Residencia de Ancianos de las  Hermanitas de los Pobres de Salamanca me dije: Angelito: tío, ¿de qué te quejas? Y he vuelto a casa dándole vueltas a la cabeza sobre el mensaje paulino y querido amigo, querida amiga, he llegado a la conclusión de que en nuestra época es posible que haya muchos “Pablos”, pero que no les hacemos el menor caso, es más, si podemos, nos alejamos de ellos, pues su discurso puede resultarnos hasta molesto. En esta vida, decir la verdad no suele ser bien aceptado y si ésta se dice desde el corazón y con la claridad y rotundidad semejante a cómo lo hacía este hombre, te puedo asegurar que pasas a la lista negra de muchos de los que te rodeaban o te consideraban amigo sin darte cuenta y sin explicación alguna.

En el aspecto general, a nadie se le escapa que iniciamos un año con la amenaza de una crisis económica – creada, diseñada y alimentada por los poderosos – que ha terminado incluso con vidas humanas, ha sido y es motivo de dolor y penurias para muchos y, lo más grave, ha sido utilizada por el poder para estafarnos en todos los sentidos, incluso hasta con la palabra. Sino que se lo digan a los miles de votantes de ese partido político que también quiso venir como “salvador” de los males de los hombres y en ningún momento ha hecho nada para acordarse de los parados, de los jubilados, de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes… de la sanidad, de la enseñanza, de la cultura, de lo público, etc. Perdón, rectifico, sí que ha hecho y mucho: terminar con los pocos sueños e ilusiones que teníamos, recortarnos derechos que tanto tiempo y esfuerzo nos costó conseguir, congelarnos los salarios, las pensiones, subirnos los impuestos,… y todo para dárselo a los que primero cogieron nuestro dinero a manos llenas, después lo dilapidaron y ahora vuelven a tenerlo pero a precio de oro, precio que saldrá de más paro, menos ayudas, más impuestos, menos calidad y bienestar de vida y, evidentemente, de nuestros mismos bolsillos. Partido político que tiene su dosis de responsabilidad, pero que tiene sus propios compañeros de viaje, los que gobernaron antes, los que nunca han gobernado e incluso – y no me duelen prendas reconocerlo – a unos sindicatos que en determinados momentos han estado mirándose el ombligo, complaciendo a no sé qué intereses y salvo en algunas áreas concretas de la producción, cagándola bien cagada, con perdón. Conclusión: ni han leído la carta de Pablo ni mucho menos se han puesto en el “pellejo” de los que de verdad están más que jodidos y lo seguirán estando.

En lo personal, he descubierto que estaba equivocado. O al menos así me lo intentan hacer ver gentes que entienden de esto. Siempre he creído que Dios nos hace buenos, que nos crea a imagen y semejanza de Él, y que por lo tanto somos nosotros los que según avanzamos en la vida vamos incorporando el mal a nuestra personalidad. Y a fe que lo creo así, aunque los hechos me han demostrado este año más que nunca que no es así. Que nacemos con nuestras dosis de bien y de mal y que en esta vida terrenal también existe “un cielo y un infierno”. Hay varios refranes o chascarrillos que pueden servir para adornar un poco la frustración que uno puede llegar a sentir ante muchas ilusiones rotas, promesas incumplidas y decepciones tanto humanas como de otras naturalezas.Te cuento.

Me prometía el 2012 como ese año en el que el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio vería su recompensa a la hora de poner de manifiesto que lo que se hace por amor y con el corazón, no puede salir mal. Gran error. “Días de mucho, vísperas de nada” y peor aún, “la ilusión no es garantía de éxito”. El 23 de marzo de 2012 quedará marcado en mi vida para siempre, como la fecha de uno de los errores más grandes que he cometido en mi vida – no por la decisión que tomé, sino por no haber sabido ver las nefastas consecuencias que iba a producir – Una fecha gracias a la cual pude comprobar que siempre hay un “Judas” que te da el último beso para entregarte a los que quieren apresarte, pero que no es más culpable (tal vez sea el que menos) que aquellos otros y otras que me prometían lealtad, amistad, fidelidad. Que he estado rodeado de personajillos que se les llenaba la boca de amor, cuando en su corazón solo había ambición y egoísmo. Que el rencor, la envidia, los celos e incluso el odio, están presentes también entre los que nos metemos bajo los pasos o nos ponemos un capirote una vez al año. Y que los caciques no se terminaron con la llegada de la democracia, pues aún hay muchos disfrazados de demócratas, uniformados con el hábito de “buen samaritano” que lo único que buscan es medrar, hacerse un hueco en su imaginativo mundo de poder (?) y cambiarte sus cromos para conseguir que sus maquinaciones alcance el fruto esperado. Si me permites, remato este mal episodio con dos dichos populares: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, o sea, yo; y “la ignorancia es la madre del atrevimiento”, es decir, muchos que no voy a referir, pues de sobra saben quiénes son.

No te voy a ocultar que he sufrido muchísimo, que he llorado cantidad, que he mirado en mi interior buscando y llegando a creer que esto ha sido y es así por mi culpa; que mi desazón no es más grande por mi causa, sino por el desagravio que han sufrido y sufren aquellos y aquellas que son mi entorno, mi familia, mis amigos, mi gente… la gente que quiero. Lo peor de todo esto, es que este dolor no podrá compensarse con nada, pues el dolor ajeno es el que jamás tiene cura en mi corazón.

De nuevo miro a San Pablo y leo y releo su mensaje: “Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión”. Yo añado el título de la encíclica del Santo Padre, “Dios es Amor” y con todo ello creo haber conseguido la cuadratura del círculo que me permite ir por la vida a estas alturas del año con la conciencia tranquila, las manos limpias, la cabeza alta, pero consciente de que han sido muchos los errores que he cometido, que como decía anteriormente para nada nacemos sólo con el carisma de la bondad, pero que el rencor y la envidia se la dejo a otros, y aunque no olvido, sé perdonar a aquellos que no son mejores personas que yo, aunque se cuiden todos los días para aparentar ser los nuevos discípulos del Señor, intentando quedar bien a cualquier precio y sin ningún escrúpulo.

Y es en estos momentos cuando me doy cuenta de dos aspectos que no puedo pasar desapercibidos. Por un lado, que mientras dedicaba mi tiempo a creer en “pajaritos preñados” estaba dando de lado a mi familia, sin excepción, y a muchas personas, amigos y conocidos, que necesitaban de mi presencia, de mi cariño, de mi ayuda. Y que a la vez que me flagelaba, me ahogaba en mi tristeza, en mi dolor, en mi sufrimiento, no era consciente de que había muchas personas que sí tenían y tienen auténticos motivos para llorar, para deprimirse, incluso para quitarse la vida. Lo mío es una insignificancia y otra más de mis debilidades, comparado con esas situaciones de desesperanza ante la pérdida de todo.

El otro aspecto, tan importante como el anterior, es haber descubierto que el hueco que han dejado en mi vida todos estos personajillos, ha sido llenado por el amor, el cariño, la compresión y el apoyo incondicional de esa gente que Tú, mi Esperanza, pones en mi camino por tu intercesión ante tu Hijo Despojado y Sentenciado. Personas que de un modo u otro han pasado por mi vida a lo largo del año, algunas para quedarse, otras en momentos puntuales,… pero todas con un denominador común: un corazón inmensamente grande y lleno de buenas intenciones. Sé que no he sido justo con muchas de ellas, es uno de mis grandes defectos, o al menos así se pone de manifiesto, pero no siempre las circunstancias son favorables a realizar el camino juntos o hasta el final, pues solo el Señor es quién conoce nuestro destino y con quién hemos de llegar a él. Por eso, perdón de corazón y gracias, gracias por haberme ayudado con mi cruz, por haber sido mi “Cirineo o mi María Magdalena”, pues sin vosotros y sin vosotras estoy convencido de que aún estaría inmerso en mis lamentaciones.

Como no podía ser de otra manera, concluyo con un mensaje de Esperanza, tanto para ti que me sigues, como para mí que robo tu tiempo compartiendo este espacio. De todo se aprende en esta vida y si 2012 ha sido un año duro, no es menos cierto que he vivido momentos únicos e irrepetibles que son los que me hacen ver un 2013 desde una perspectiva distinta, siempre fiel a mis principios, a mi ideología y a mi fe, pero con la confianza absoluta de que Artur Mas lo tiene tan difícil para conseguir la independencia de Cataluña como yo la de obtener “la nacionalidad andaluza”. Pero pese a todo, que mi corazón seguirá siendo, si cabe, aún más macareno que nunca y que allá donde quiera que esté o estés, siempre tendrás un amigo con el que poder intercambiar sentimientos y experiencias y, si las condiciones me lo permiten, poder prestarte mi ayuda en caso de que así me la demandes.

Muchas gracias y Feliz 2013 con Esperanza.