15 abril 2021

Veneración a Ntro. Padre Jesús Flagelado y Ntra. Sra. de las Lágrimas - Salamanca 2021

 

Jesús fue flagelado en el pretorio romano. Pilatos es consciente de su inocencia, pero intenta soslayar la responsabilidad de soltarle o de condenarle. Así, dijo: "lo soltaré, por tanto, después de castigarlo". Tras los gritos que claman por la crucifixión mandó prender a Jesús "para azotarlo".





Sabe que se lo han entregado por envidia, pero desconoce el abismo de odio en que están sumidos los acusadores, y se equivoca doblemente al someterle a la flagelación. Por una parte, no tenía derecho a aplicarle ningún castigo; más bien debería castigar a los que le entregan a un inocente con mentiras y amenazas. Por otro lado, desconoce la ferocidad de las fieras ante la sangre. Intentaba moverles a compasión, o quizá dejar claro que es un intento imposible pretender ser rey después de aquel castigo; pero no lo consigue, más bien les llena de más odio.



Cristo se solidariza con todos los que han sufrido tormentos de parte de otros hombres; si alguno padece algún dolor de este calibre le consolará saber que Jesucristo padeció algo semejante. Es un paso más en el abajamiento y en la humillación voluntaria de Jesús. Sufre el dolor en una forma intensa. Ese dolor va a ser transformado de algo cruel en algo que tiene sentido. Va a convertirse en modo de amar. 


El dolor pasa a ser el precio que se paga por la pena de los pecados de otros. Es un cambio tan radical, que la Historia dará un giro si entiende que el dolor deja de ser absurdo y puede convertirse en medio de amar. El dolor pasa a ser mortificación con la que se muere a sí mismo para vivir una vida de amor más puro. El castigo que merecieron nuestros pecados recayó sobre Él y por sus llagas fuimos curados. (Catholic.net)




SÚPLICA A LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS 






Virgen de las Lágrimas, socórrenos: con la luz que irradia de tu Bondad, con el Consuelo que brota de tu Corazón, con la Paz, tú que eres reina de la paz. 

Con toda confianza, te presentamos nuestra súplica: aquí están nuestras penas para que nos consueles, nuestros cuerpos para que los sanes, nuestros corazones, para que los llenes de contrición y caridad, nuestras almas, para que obtengas su salvación. 

Recuerda, o Corazón doloroso e inmaculado, que ante tus Santas Lágrimas, Jesús no te negó nunca nada. 

Dígnate pues, Madre Santa, a unir nuestras lágrimas a las Tuyas, para que tu divino Hijo nos conceda la gracia que con tanto ardor te imploramos. 

¡Madre amantísima, de las Lágrimas y de la Misericordia, ten piedad de nosotros! 

Oración del Devocionario Católico: Oraciones a Nuestra Señora de las Lágrimas