Sin duda uno de los motivos principales que llevó a la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo de Salamanca a organizar una excursión a Sevilla era poder celebrar un encuentro de fraternidad con su homónima de la capital del Guadalquivir.
Puede resultar una obviedad significar que, para que un acto de esta importancia se desarrolle según lo previsto, haga falta un trabajo previo, una apuesta por la entrega y el amor entre dos corporaciones, una puesta en común de sentimientos, valores y principios y, sobre todo, hermanos y hermanas como los que tiene la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Despojado y María Santísima de los Dolores y Misericordia de Sevilla.


Después de visitar al Señor del Gran Poder en la mañana del 22 de noviembre, nos dirigimos con celeridad a la Plaza de Molviedro donde ya nos esperaba a la puerta de la capilla de Nuestro Padre Jesús Despojado uno de sus Priostes, D. Alejandro Camacho Romero, al que le envío un cariñoso abrazo y le doy las gracias por sus gestiones. Tras el intercambio de saludos por los diferentes miembros de cada junta de gobierno, nos pusimos en disposición de celebrar la eucaristía en presencia de los Sagrados Titulares.

Antes de concluir la eucaristía, D. Miguel Cuevas Pérez, Hermano Mayor, nos dirigió un cariñoso saludo, a la vez que deseó un largo y estrecho camino entre las dos corporaciones. Finalizó con la entrega de un cuadro con las fotografías de Nuestro Padre Jesús Despojado y de María Santísima de los Dolores y Misericordia.

Como hermano mayor de la cofradía salmantina me correspondió intervenir en nombre de la misma. Quise que mis palabras fueran de agradecimiento para los anfitriones así como el deseo de poner en valor la importancia de actos y encuentros como éste, apostando por mantener esta línea de fraternidad en el futuro, ya no solo entre ambas hermandades, sino también de cara a todas las cofradías de España que tenemos como advocación a Jesús Despojado. La entrega de un cuadro representando a nuestra hermandad puso fin a los actos protocolarios y a la eucaristía.













Un apetitoso ágape o vino español, como prefiráis, nos esperaba en la última planta. Hasta cercanas las 3:00 de la tarde estuvimos degustando las viandas que con todo cariño nos ofrecieron nuestros hermanos, aderezadas con palabras de aliento, de ilusión, de apoyo para nuestro proyecto. ¡Era hermoso ver nuestras caras de admiración al escuchar sus palabras!

Para terminar, significar que sería injusto concluir este post sin dedicar unas palabras a todos los miembros de la Junta de Gobierno de la hermandad hispalense, sin excepción, los cuales demostraron no solo ser unos grandes anfitriones, sino que además contribuyeron a que nuestro regreso a Salamanca fuera pleno de felicidad por su acogida, sus palabras, sus consejos y sus ofrecimientos para con nosotros y a todos cuantos han hecho y hacen posible que la Humilde y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras, María Santísima de los Dolores y Misericordia, Mayor Dolor de Nuestra Señora, San Juan Evangelista y San Bartolomé Apóstol y San Antonio María Claret sea un modelo y ejemplo para los que estamos empezando.