22 marzo 2015

Un poquito de "por favor". Dedicado a un articulista contrario al Monumento al Costalero en Sevilla

Una de las acepciones con las que la Real Academia de la Lengua define al sentimiento de la envidia es “el deseo de algo que no se posee”. ¡Qué mala es la envidia, Antonio Burgos! Y peor aún, qué triste y que ruin es ser y pertenecer a una casta como la tuya. No a esa que pregonan los de “Podemos”, a esa no. Tú procedes de esa otra casta, gracias a Dios, ya superada por muchos de los españolitos de esta España nuestra, tu Patria. Casta que rezuma a cartillas de racionamiento, a caudillaje, a nacional-catolicismo, a ausencia de libertades, por supuesto, a la libertad de expresión.

Libertad de expresión de la que te sirves en tu artículo de ABC del pasado 19 de marzo, para dar muestra y testimonio de la más flagrante falta de respeto a hombres y mujeres de una tierra, mi querida Sevilla, la cual te vio nacer y a la que tanto debes.

Falta de respeto a la mujer, a su dignidad, a su persona (“…entre ellos ese pedazo de señora que acaba de pasar por ahí por la puerta del bar en cuya barra del desayuno está usted leyendo el ABC y que le ha hecho levantar la vista del periódico. ¿Ha terminado usted ya de admirar los andares y la planta y alzado de ese monumento de señora?”)

Falta de respeto a artistas y escultores, que llenan calles y plazas de toda Andalucía y de España con imágenes y esculturas dedicadas a gentes de toda condición social, política y religiosa y que tú se pasas por el “arco de tus escasos caprichos” calificándolos con tu rancia verborrea como “Monumentos Porcelana de Lladró, Modelo Muñequita Flamenca Pancimartelevisó. ¡Qué colección de monumentos en forma de mamarrachos o de mamarrachos en forma de monumentos han espurreado por toda Sevilla!”

Una ciudad, un pueblo, es a sus gentes lo que sus gentes son a su ciudad, a su historia, a su cultura, a sus tradiciones. Algo que parece estar muy alejado de tus valores, a tenor del vomitivo enjundio de barbaridades con las que te has despachado para arremeter contra lo que consideras como “una cagada en forma de monumento o un monumento en forma de cagada.”

Cagada la tuya, Antonio Burgos. Cagada y falta plena de gallardía, por no decir de “cojones”, al referirte al mejor capataz actual de Sevilla, tachándolo de egocéntrico (“… sino al ego grande de uno de terno negro que yo sé y usted sabe también”). Más quisieras tú ser la mitad de caballero que lo es él, tener su capacidad y cualidades profesionales y, lo más importante, profesar la fe del modo que él lo hace y nos trasmite a los más de mil quinientos costaleros que gozamos del privilegio de trabajar a sus órdenes

Un capataz, un cofrade, que  pregona la Semana Santa sevillana desde la calle, cada día, cada mañana, tarde y noche. Y no desde un atril, como tú hiciste en 2008 con una disertación de “copia y pega” para después sacar tajada en las librerías. ¡Qué fuerte lo tuyo y qué grande tu osadía al minusvalorar a una saga de capataces a los cuales debemos un legado tan hermoso como grande es la afición y devoción que con humildad y orgullo llevamos muchos al Señor y a Su Madre Bendita por las calles de Sevilla.

“Ni un monumento más” es tu proclama. ¿Tan poderosa es tu misoginia que no te tiembla la mano al referirte a la necesidad de dedicar un monumento a Clara Campoamor? ¿O es que te jode que gracias a mujeres como ella en este país hayamos avanzado en favor de la igualdad, de los derechos, de la libertad? ¿Qué tienes en contra de la escultura del indio de la Avenida de Kansas City o de la de Mozart frente al Teatro de la Maestranza?

¡Pedazo de diarrea la tuya, Antonio Burgos! No sé si te pesan las más de “setenta primaveras” o si la envidia a la que aludía al inicio del post te ha embriagado de mala baba, tirria o aversión contra el mundo del costal en particular y de las hermandades en general. Pues, ¿no me negarás que cuando mencionas a “listeros, contraguías, cuadrillas altas o bajas, a los “ratones de Rafael Franco” o a mi admirado Salvador Dorado “El Penitente” lo haces desde la más absoluta ausencia de respeto y cariño que merecen por su trabajo y dedicación? Por no citar tu “rancia y deleznable gracia” al augurar monumentos para “el hermano mayor, prioste, vestidor, consiliario…”

Y para colmo, exiges seriedad. La seriedad se demuestra andando y mucho me equivoco si digo que de seriedad andas muy cortito, como de tantos otros valores y principios.

Al final sólo me dejas, como conclusión, que lo que ansías es tu monumento al “insigne articulista”. Pues permíteme que te diga algo: no temas, con el tiempo gozarás de uno, como todo hijo de vecino. El cementerio sevillano está lleno de “monumentos” y tú también tendrás el tuyo, aunque estoy convencido de que no tendrá nada que ver con el que realizara el maestro Mariano Benlliure al malogrado torero y macareno Joselito “El Gallo”.

Y para los “mamarrachos” que se honran en aplaudir tus “lindezas”, aquí les dejo un buen ramillete de lo que tu denominas “cagadas de monumentos” y que, como he mencionado, homenajean a quienes de un modo u otro vivimos desde la fe, desde el corazón, el amor y la pasión por la piedad popular, por nuestras tradiciones, por la Semana Santa.

Así que, Antonio Burgos, mamarrachadas las justas. ¡Ahí Queó!

















Costalero de Sevilla,
qué orgullo debes llevar,
el costal, las zapatillas
y la faja "reliá".
(Pascual González)


http://www.diariodesevilla.es/article/cofradias/1986364/monumento/costalero/se/ubicara/junto/coliseo.html

http://www.antonioburgos.com/abc/2015/03/re031915.html