Oh Jesús, Hijo del hombre,
que te has despojado para revelarnos la nueva criatura resucitada de entre los muertos,
arranca en nosotros el velo que nos separa de Dios,
y entreteje en nosotros tu presencia divina.
Concédenos vencer el miedo frente a los sucesos de la vida que nos despojan y nos dejan desnudos,
y revestirnos del hombre nuevo de nuestro bautismo,
para anunciar la Buena Noticia,
proclamando que eres el único Dios verdadero,
que guía la historia. Amén.