01 noviembre 2021

Solemnidad de Todos los Santos y Files Difuntos - Solemne Besapiés del Santísimo Cristo de la Liberación 2021


El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo, en virtud del esfuerzo en seguir de cerca al Maestro, cooperando con su Gracia. 

La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la Fe y la Caridad. 

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año. 


Cuando el 13 de mayo de 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha y así permanecería así por muchos años hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al 1 de noviembre. Es muy probable que la decisión del Papa Gregorio haya sido contrarrestar la fiesta pagana del “Samhain” o año nuevo celta, que se celebra la noche del 31 de octubre. 

Hoy, la Solemnidad de Todos los Santos compite, en distintos ámbitos de la cultura, contra la “noche de Brujas” (Halloween) y su espíritu comercial y profano. Por eso, es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios. 

"El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada Esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios."(Papa Francisco). 


Cada 2 de noviembre, día en que se conmemora a los Fieles Difuntos, miles de personas en todo el mundo visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos y de todos aquellos que partieron al encuentro con Dios. En este día, la Iglesia toda dedica la liturgia y anima a los fieles a orar por el eterno descanso de quienes han muerto, con la Esperanza de que todos, en el día que no conoce el final, nos podamos reunir en el amor infinito de Dios. 

Más información en: https://www.aciprensa.com.
 
Esta mañana, fiel a mis tradiciones y convicciones religiosas, Pilar (mi mujer) y yo hemos acudido al Campo Santo salmantino. Cientos de personas hacían su particular vigilia junto a las tumbas de sus seres queridos. Muchas, no me cabe duda, han acudido por vez primera, pues todos hemos tenido una primera vez. Y ya no dejarán de postrarse a los pies de una sepultura en la que descansan los restos de ese familiar, cuya partida al lado del Señor y de la Virgen nos sigue causando dolor, a la vez que nos conforta sabedores de que su alma descansa eternamente junto a Ellos. 

Una rosa roja – hay símbolos que soy incapaz de cambiar – junto a unas estampitas de  Nuestro Padre Jesús Despojado y María Santísima de la Caridad y del Consuelo, han quedado depositadas en la sepultura de mi padre, al que recuerdo cada día por tanto bien, por tanto cariño y por el inmenso testimonio humano que legó a nuestra familia. Para nada, gracias a Dios, se le puede aplicar ese dicho de “tanta paz lleves como descanso dejas”, más propio de aquellos otros que dedican o dedicaron su vida a fastidiar de una forma u otra a los demás. 


El Santísimo Cristo de la Liberación, de la Hermandad del Amor y de la Paz, que tiene su morada en la Capilla del Cementerio, aguardaba nuestras oraciones. Este año he echado de menos – físicamente hablando – a mi hermano, compañero y amigo A.D.S., siempre pendiente del cuidado de la Sagrada Imagen. Circunstancias que, por respeto a él y a su familia reservo para mí, han contribuido a que no estuviera allí y me dijera: “niño pijo, ¿has visto que bonito tenemos montado su Solemne Besapiés?.” Mi abrazo, mis oraciones y toda la Esperanza del mundo para ti y tu familia. 



Los hermanos y hermanas de la hermandad han derrochado atenciones y cariño para con  nosotros. Son únicos llevando a gala el nombre de su corporación, Amor y Paz, dos actitudes de las desgraciadamente no podemos presumir otros, por muy cofrades de primera línea que nos creamos o queramos ser. 



Que el Santísimo Cristo de la Liberación, Despojado de toda condición para morir y resucitar por nosotros, acoja a nuestros familiares y amigos fallecidos y, con la intercesión de su Madre, que es Caridad y Consuelo para todos, nos llene de Esperanza y nos ayude a seguirles recordando y agradeciéndoles todo el amor que nos dieron.