El 5 de junio de 2021, un año
después de cumplirse los cien años de su muerte (la pandemia no entiende de
homenajes) la Hermandad de la Macarena, o mejor aún, la actual Junta de
Gobierno, vio cumplido su sueño de rendir homenaje a quien fuera no solo una de
las grandes figuras del toreo del siglo XX, si no al hermano, al fiel devoto, al
benefactor, José Gómez Ortega, Joselito “El Gallo”.
En uno de sus viajes, Joselito El Gallo compró y donó cinco broches (pétalos) de cristal de roca francés, de color verde, que una vez montados sobre unos muelles, se aferran al pecho de la Madre de Dios, ofreciendo un suave y característico movimiento que no pasa desapercibido para nadie, cuando la Virgen de la Esperanza Macarena pasea en la “Madrugada Sevillana” entre la multitud de fieles y devotos.
Historia agridulce la que Madre e hijo nos han legado. Es imposible romper esa simbiosis entre el torero y la que nos llena de Esperanza cada día. Su muerte, aquel 16 de mayo de 1920 en la Plaza de Toros de Talavera de la Reina, no sólo rasgó los corazones de muchos, si no también el de la Reina de San Gil, la cual fue ataviada pocos días después con un terno de luto que nos ha dejado estampas imborrables para el recuerdo.
Corazones y sentimientos desgarrados a los que su amigo, el poeta Gerardo Diego, puso palabras desde lo más hondo de sus entrañas, recogidas en la “Elegía a Joselito” y de las que acompaño algunos fragmentos a este post:
Lenta la sombra ha ido eclipsando el ruedo.
Ya grada a grada va a colmar la plaza.
vino triste de sombra, vino acedo
tiñe ya casi el borde de la taza.
Fragilidad, silencio y abandono.
Cobra el gentío un alma de paisaje
mientras siente el torero hundirse el trono
y apagarse las luces de su traje.
Un lienzo vuelto, una última voz –toro-,
un gesto esquivo, un golpe seco, un grito,
y un arroyo de sangre –arenas de oro-
que se lleva –ay, espuma- a Joselito.
José, José, ¿por qué te abandonaste
roto, vencido, en medio a tu victoria?
¿Por qué en mármol aún tibio modelaste
tu muerte azul ceñida de tu gloria?
Y todo cesó, al fin, porque quisiste.
Te entregaste tú mismo; estoy seguro.
Bien lo decía en tu sonrisa triste
tu desdén hecho flor, tu desdén puro.
Manuel Martín Nieto, imaginero sevillano (Morón de la Frontera) ha sido el artífice de la obra (modelada en barro y pasada a bronce) y que, junto a la escultura de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, engrandecen aún más la Plaza de la Esperanza Macarena. Es una escultura realizada a tamaño natural, en la que el autor, además de su impronta, ha querido dejar plasmados ciertos simbolismos.
Martín Nieto, como describió en la presentación de su trabajo, nos presenta a Joselito liado con el capote de paseo, montera en mano, dirigiéndose al encuentro de la Madre en un paseíllo que le ha de llevar a la Esperanza más eterna para los humanos. Una montera que recoge en su interior la medalla de la corporación macarena y el rostro de la Esperanza Macarena en la esclavina del capote.
La escultura está erigida sobre un pedestal en el que versa una placa con una leyenda en la que se ha querido dejar constancia tanto de la figura de Joselito como torero y como cofrade macareno:
“A José Gómez Ortega Joselito El Gallo, hermano macareno ejemplar, rey de los toreros y héroe del pueblo, comprometido con los más desfavorecidos, generoso benefactor de esta Hermandad y del barrio de la Macarena y ferviente devoto de la Santísima Virgen de la Esperanza. La Hermandad de la Macarena en reconocimiento y gratitud perpetuos. Sevilla 5 de Junio de 2021”.