¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz,
varón discutido y debatido por todo el país!
Ni les debo, ni me deben,
¡pero todos me maldicen! (Jeremías 15,10)
Rescátame, Dios, de mis enemigos;
protégeme de los que me atacan.
Sálvame de los que hacen el mal,
y sálvame de los hombres sedientos de sangre.
"Tu has sido mi refugio en el día de mi angustia"
Reportaje realizado por Pilar Pérez Fotografía.
Textos extraídos de evangeliodeldia@pildorasdefe.net