04 agosto 2015

"La teja traía Cuento" - Exposición de tejas decoradas y acompañadas por breves relatos

La maestra explicaba en clase la lección de ciencias naturales. Los niños y niñas escuchaban atentos aquellas palabras que ella les dirigía, poniendo especial énfasis en cómo los hombres habían evolucionado hasta llegar a las inmensas construcciones que forman parten del escenario de cualquier metrópolis de nuestra civilización. De repente se detuvo, giró su cuerpo hacia en el encerado y comenzó a dibujar una pieza de barro, alargada, con forma cóncava y color rojizo. Y preguntó a los alumnos - ¿Alguien puede decirme de qué se trata? La pequeña Silvia, con los ojos casi desorbitados, levantó la mano y dijo: - ¡Es una teja, señorita! El tejado de la casa de mi abuelita tiene muchas y a mí me gusta ver cómo brillan cuando les da el sol por las mañanas y como el agua corre entre ellas hasta caer al suelo.

La profesora no pudo por menos que esbozar una sonrisa al ver la pasión que la niña ponía en su relato, aprovechando para ampliar, si cabe, su explicación sobre como las cubiertas de las casas y edificios se recubren con estas piezas singulares para protegerse de las inclemencias del tiempo.

Años después, en el Colegio de España, María impartía clases de español para extranjeros. Abajo, en el porche, una exposición singular ambientaba el diáfano espacio que da acceso a las aulas. De sus paredes colgaban varias decenas de tejas que gracias a las manos de Silvia Gil Martín – la pequeña Silvia convertida en una gran mujer – ilustraban fachadas y lugares de nuestra geografía. Con materiales diversos, reciclados y una amplia gama de colores, Silvia había conseguido dar vida a aquella teja que su maestra dibujó hacía años en la pizarra de su cole.


No por casualidad, María Lavín – profesora de Filología Hispánica – se enamoró de aquellas obras. Tomó papel y lápiz y como si estuviera frente al ordenador del Diario vallisoletano Siglo21, comenzó a poner palabras a todo aquello que las tejas proyectaban en su corazón.


Y tampoco por casualidad, alguien quiso que un macareno metido a sindicalista o viceversa, apareciese en la vida de quien sueña con plasmar la “Casa Batlló” en una de sus tejas. Circunstancias que no vienen al caso, cimentaron una bonita relación de amistad entre él y su familia (Juan Carlos y el “gran Hugo”). De este modo, el caprichoso macareno le planteó un reto a la artista: - Deseo que una de tus tejas sea el Arco de la Macarena, ese arco por el que la Madre de Dios pasa cada Madrugá de Viernes Santo mientras Sevilla entera aguarda su Bendita Esperanza.


Hoy lunes 3 de Agosto de 2015, la teja del Arco de la Macarena forma parte junto a otras 23 piezas de una exposición nunca vista en Salamanca. El ático de la Papelería Yuste (c/ Wences Moreno, 6) se ha convertido en un espacio cultural que te invito a que visites si resides en Salamanca o vienes estos días por la ciudad. La muestra estará expuesta hasta el 31 de Agosto.






Pero como no podía ser de otra manera, las palabras de María Lavín no pueden faltar al lado de cada obra. Un breve relato – nacido desde el corazón – pone más vida y sentimiento a lo que Silvia Gil quiere expresar con sus trabajos. Una simbiosis con la que dos mujeres valientes son capaces de romper la ecuación de que a veces uno más uno no es igual a dos, sino infinito. Su amor por lo que hacen, por lo que quieren expresar y transmitir, son el más claro testimonio de que en Salamanca la cultura es un valor en auge, a pesar de las dificultades y falta de recursos.


Gracias a María Lavín por permitir que te haya robado parte de esos momentos de felicidad que derrochabas esta tarde. Ojalá pronto tenga en mis manos esa novela que ansías y que estoy seguro de que muchas mujeres gozarán con su lectura. Cantabria y Salamanca están más unidas gracias a ti y a esa bonita forma con la que has querido homenajear a esta tierra charra que te acogió en tu época de estudiante y hoy te hace sentir como una salmantina más.


Y, cómo no, gracias a Silvia Gil Martín, por tu amistad, tú cariño, el de los tuyos y, especialmente, por haber aceptado ese difícil reto que al principio supuso algún quebradero de cabeza y que hoy es una realidad de la que te puedes sentir enormemente orgullosa. Estoy seguro de que “Mi Esperanza Macarena” se encontrará gratamente acompañada y tan feliz como me siento yo de tener el Arco que lleva su nombre plasmado en una de tus obras.


Como ves, “La teja traía cuento” y yo he querido contártelo. Feliz verano de Esperanza.