03 mayo 2015

Excursión de la Unidad Parroquial de la Purísima a La Alberca y Sierra de Francia (1 de Mayo de 2015)

El 1 de Mayo siempre ha sido para mí una jornada reivindicativa, festiva, de la clase obrera, en la que pocos o muchos, salimos a la calle a manifestar que todos tenemos derecho a un empleo digno, a favor de la negociación colectiva, de una mejor política económica, etc.

Este año, amén de la Festividad de San José Obrero en el transtormesino barrio salmantino que lleva su nombre, tenía otra propuesta para vivir esta jornada, propuesta por la que al final me decanté, de lo cual me alegro por el acierto.

La Unida Parroquial de la Purísima (San Martín, San Julián, San Sebastián) junto con la Pastoral Universitaria y las asociaciones que tenemos como sede canónica la Iglesia de San Benito – entre ellos la Hermandad de Jesús Despojado – estábamos convocados a vivir una jornada de convivencia y fraternidad en unos parajes únicos de nuestra provincia: la Sierra de Francia y su entorno.


Por ello que algunos miembros de la citada Hermandad de Jesús Despojado (lástima que no acudieran más a la cita) quisimos sumarnos a la invitación de los párrocos Policarpo Díaz y Antonio Matilla. Es difícil decir no a recorrer el “Camino de las Raíces”, algo más de ocho km. alrededor de la localidad de La Alberca, para compartir en comunidad la Eucarística en la Ermita de Majadas Viejas, a los pies de la Santísima Virgen de dicho nombre, la Ermita de San Marcos, pasando por el Montón de Cantos, camino en el que se mezclan la naturaleza y los recuerdos de nuestros antepasados, raíces que han perdurado a través de los siglos dejando una huella tan profunda que a cada paso uno siente y respira el Espíritu del Señor, como si las palabras del Génesis 1.1 se hiciesen presentes.

Desde Salamanca partimos a las 10.00 de la mañana, unos en autocar, otros en coches, cerca de un centenar de gentes de todas las edades y clases sociales, con la sana misión de poner de manifiesto que nos sentimos cristianos y cómo tales, queremos también expresarlo en un entorno al que te invito a visitar si tienes ocasión.

Lluvia y sol, como invitados de excepción, no restaron ilusión y fuerzas a “nuestro peregrinar”, pues nada ni nadie es capaz de atravesar la fortaleza de nuestra fe, cuando ésta era el denominador común que da sentido a todo lo que estábamos llamados a vivir, compartir y disfrutar.

A las 11:00 y ya desde la localidad albercana, pusimos rumbo hacia Majadas Viejas. Allí compartimos el banquete del Señor, escuchamos su Palabra, en una celebración presidida por los citados Antonio Matilla y Policarpo Díaz, junto a Leo Ramos y Alfredo Fernández (Párroco de la Alberca y Director Espiritual de la Hermandad de Jesús Despojado). Acompañados por vecinos de La Alberca, pedimos al Señor que “hiciese prósperas las obras de nuestras manos” bajo la intercesión de la Virgen de Majadas que encontrara el ermitaño Froilán Porqueiro y que el Domingo de Pentecostés es sacada en procesión, loada y venerada por los propios albercanos y otros muchos devotos que gustan de participar en la Romería organizada en su honor.
















































Como te decía, el camino circular de las Raíces está “sembrado” por las huellas de aquellos antepasados que se mezclan con paisajes que se quedan grabados en la retina para siempre, amén de las fotografías que uno no cesa de realizar para conservar también gráficamente ese conjunto de sensaciones que se despiertan en el corazón al contemplar semejantes maravillas de la naturaleza.




















De nuevo en La Alberca, cercanas las 15:00 de la tarde, algunos más cansados que otros, compartimos la comida, llevada desde nuestras casas, en los salones del Hotel “Antiguas Heras” que generosamente nos cedió para la ocasión. Empanadas, hornazo, tortilla, bollos y tartas, regados con buen vino, café y aguardiente, sirvieron para paliar nuestra hambre y recobrar fuerzas para la tarde. Gracias a Cristina, Reyes e Inma por el tiempo dedicado a elaborar suculentos manjares, que junto a Tomás, Víctor, Pablo y Diego di buena cuenta de ellos (José María, te echamos de menos, pero la obligación está antes que la devoción, que diría el refranero).





Tras un ratito de descanso, visita obligada a La Alberca, en la que por muchas veces que la visite no dejo de encontrar rincones que asaltan mi admiración por esta localidad que tantos y grandes recuerdos guardo en mi corazón y que tampoco mi cámara quiso ser ajena, retratando una y otra casa, una y otra calle, piedras, balcones, gentes… Si La Alberca no existiera, habría que inventarla, pues es difícil pasar sin ella. Y si la visita se hace en buena compañía o con la presencia inesperada de Iván y sus padres, ya no se puede pedir más.








































A media tarde partimos hacia otro pueblo que con el paso de los años ha ido adquiriendo más belleza si cabe: Mogarraz. Con un conjunto arquitectónico característico de la Sierra de Francia, sus fachadas han cobrado vida gracias a Florencio Maíllo, quien ha rescatado más de 380 fotografías de los D.N.I. de 1967, convirtiéndolas en pinturas que excelente factura y tamaño, como podrás contemplar en el documento gráfico que te acompaño.





























































Y es en este punto, en el que los “despojados” nos trasladamos a la casa de los Domínguez Iglesias, en otro pueblo con no menos encanto, Madroñal de la Sierra, rodeado de laderas plenas de vegetación en las que la cereza se ha convertido en la fuente principal de cultivo. De la mano de Tomás y Victor, descubrí con asombro historias – que no leyendas – propias para ser interpretadas por Angel Rufino “El Mariquelo” así como arquitecturas en las que el tiempo se ha detenido, conservando toda su esencia, lo que provoca que la mente vuele hacia épocas no vividas y que contribuyen al deseo de volver a visitar esta hermosa tierra. Gracias Matilde por tu hospitalidad y generosidad al acogernos en tu casa.





























Al filo de la media noche, como diría José María Carrascal, regresamos a Salamanca, no sin antes acompañar a Emiliano y Ana María en la “Alborada” organizada en la víspera de la celebración de sus Bodas de Oro.

En definitiva, una jornada a la que le hicieron falta más horas para seguir disfrutando de una compañía excelente con la que uno está dispuesto a entregar su corazón macareno, pues su felicidad rebosa Esperanza, Paz y Amor a cada segundo.

Gracias a todos por regalarme este inolvidable día y gracias a quienes de la mano del Señor quisisteis sumaros a esta convivencia que hacía tiempo anhelaba.