24 julio 2014

De nuevo al encuentro de mi Esperanza...

Las casualidades no existen. Tú que eres fiel seguidor o seguidora del Blog, me habrás leído esta frase en más de una ocasión. Una máxima que mantendré hasta el final de mis días, convencido de que nada ocurre por que sí.

Son las 13.30 del mediodía, Julio de 2014, verano por tanto. Hace dos meses, a estas misma horas, la Basílica de la Esperanza Macarena era un ir y venir de hermanos. Los nervios acumulados durante muchos meses, incluso años, fueron dejando paso a una semana de júbilo por y para Ella. En pocos minutos atravesaría la cancela del atrio macareno para adentrarse en las calles de un barrio necesitado de su Bendita Esperanza. Comenzaba su traslado al templo catedralicio donde iba a ser honrada, venerada, admirada, besada, amada. Donde miles de sevillanos y no sevillanos, macarenos y no macarenos, íbamos a postrarnos a sus pies para conmemorar la efemérides del 50º Aniversario de su Coronación Canónica.

Hoy, y no es casualidad, Ella ha querido que de nuevo acuda a su encuentro en presencia de Su Hijo Amado, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia. Dos meses en los que aún no he podido poner palabras a lo vivido, sentido y compartido bajo el Palio de la Gloria Macarena, ese lugar de privilegio que la Madre de Dios me ha otorgado y desde el que puedo rozar el Cielo con las yemas de mis dedos; donde el peso se convierte en amor y los lamentos, plegarias y deseos se transforman en eterna Esperanza para mi y para mis compañeros de cuadrilla.

Hoy la Basílica se mostraba distinta. Distinta ante los ojos que nos permiten contemplarla, que no ante los del alma, pues estos siempre la admiran y la sienten por igual, sea la fecha que sea. Ella es Esperanza todo el año... En su camarín, en su palio o en Solemne Besamanos. Unos cuantos turistas, cámara en mano, la contemplan en silencio. Manos temblorosas para intentar retratar su belleza, buscando la fotografía perfecta, sin darse cuenta que la perfección sólo reside en Ella.

En los bancos primeros, los devotos permanecen inmersos en sus oraciones. Ojos cerrados o fijos en su rostro, en su manos, en su mirada - mirada difícil de mantener en muchas ocasiones, especialmente cuando le hemos fallado - ojos encharcados por lágrimas que pocos minutos antes eran fruto del dolor y que junto a Ella, junto al Señor, se van convirtiendo en Esperanza.

Sí. De nuevo junto a ti para darte gracias por estar siempre a mi lado, al de los míos y al de todos los que tenemos la dicha de vivir la fe y el amor que nos transmites. Por ti llegamos al corazón de tu Hijo Sentenciado. Por ti somos conscientes de nuestros errores, de nuestras limitaciones y debilidades. Tú eres nuestro espejo - mi espejo - nuestro modelo y ejemplo. Tu eres quien nos acoge y recoge, quien con escucha y habla, quien enjuga nuestras lágrimas calmando la ansiedad que nos generan esos sinsabores que forman parte de nuestro día a día: problemas de salud, laborales, familiares; discusiones, malos rollos, mentiras e hipocresías...

Tú, mi Esperanza, mi María Santísima de la Esperanza Macarena, has querido que dos meses después acudiera a tu llamada. Y cuando una madre llama a su hijo, éste acude sin condiciones. Solo o acompañado, como ha sido hoy, un macareno ha de acudir a tu llamada para decirte: "Madre, yo también quiero ser como tu Hijo". 





















¡Dios te salve Macarena,
Madre de los sevillanos, paz y vida!
¡La que alivia toda pena;
la que cura con sus manos toda herida!

¡Dios te salve, luz del cielo,
siempre estrella y siempre aurora de bonanza!
¡La que ampara todo anhelo;
la divina sembradora de esperanza!

¡Dios te salve, María,
Madre de gracia llena;
alma de Andalucía,
sol de la Macarena.

(Hnos. ÁLVAREZ QUINTERO)