Dejaba el anterior post sobre la crónica de la Estación de Penitencia acompañándote por las calles de Salamanca con tu entrada en la “iglesia madre”, la Santa Iglesia Basílica Catedral Nueva, donde la hermandad tiene establecido por reglas la visita a la capilla en la que tú, Jesús Despojado, te nos ofreces como nuestro Salvador a través del Santísimo Sacramento, convirtiendo nuestro acto de culto externo en una auténtica y verdadera manifestación de nuestra fe. Visita, que en mi caso, tiene siempre un sentido más amplio al unir mis plegarias a las de tu Bendita Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Soledad.
En este año 2013, la junta de gobierno y su director espiritual han querido que el propio acto de postrarnos ante ti adquiriese una dimensión mayor, pues al hecho de encontrarnos en el Año de la Fe, no es menos cierto que la Catedral Nueva salmantina celebra su V Centenario del inicio de su construcción (1513-2013). De ahí que su altar mayor acogiera en su sede a la máxima representación eclesiástica de nuestra diócesis, Monseñor Carlos López
Una celebración de la Liturgia de la Palabra sirvió para poner de manifiesto nuestra fe, escuchando la proclamación de tu Palabra y el mensaje pastoral de D. Carlos. Un acto de culto íntimo, exclusivo para los hermanos y difícilmente entendido por quienes aguardaban tu salida, tu presencia, en el atrio y calles de los alrededores. Tal vez la ausencia de información (pues ni propios ni extraños conocíamos de la existencia y duración de este importante acto), tal vez el que se hiciese solo para la hermandad y a puerta cerrada, tal vez el frío o la “ansiedad” de tenerte cerca… hayan sido motivos suficientes para que posteriormente las críticas (tal vez con excesiva acritud) apareciesen por distintos medios. Se me antoja que de los errores se aprende y que de cara al futuro este tipo de actos tendrán la divulgación precisa, ya no solo para quienes aguardan tu presencia en la calle, sino también para los que te acompañamos a lo largo de toda la procesión.
Una vez finalizada la propia celebración litúrgica y tras mostrarte mi pesar por mis culpas y agradecimiento por cuanto haces por mi cada día, correspondía seguir acompañándote hasta “casa”. Pero como estaba anunciado, la lluvia se sumó también al cortejo y apenas iniciada la marcha hizo acto de presencia con cierta virulencia, lo que obligó a regresar a Catedral. De nuevo se notó la falta de previsión, de experiencia y, por qué no, de cierto tacto por parte de alguno de los que tienen la responsabilidad de llevar las riendas de la hermandad. Siempre he dicho que en las cofradías hay dos tipos de patrimonio que hay que cuidar con absoluto rigor, cariño y respeto: el humano (sus miembros) y el material (las Sagradas Imágenes Titulares y todos los enseres procesionales). Y sin ánimo de polemizar, pues bastante se ha dicho y escrito ya al respecto, creo que “mis hermanos de junta de gobierno” no estuvieron muy finos, por decirlo de un modo cariñoso y para nada reprochable, más allá de la citada falta de experiencia, de conocimientos y de responsabilidad. Todo se andará… con Esperanza.
Pasado el aguacero nos pusimos en marcha por el camino más corto – precioso por cierto – tiempo que aproveché, como bien sabes, para recordar a tantas personas que a lo largo del año han estado de un modo u otro formando parte de mi vida, de mis alegrías, de mis tristezas, de mis dolores y también de los pocos, pero intensos, momentos de felicidad. Todo ello entre el frío de la noche, la humedad generada por la lluvia, la meditación de lo vivido y manifestado a lo largo de casi seis horas, y con la compañía de tus fieles incondicionales.
Llegados a este punto, la Agrupación Musical la Expiración cumplió con el ritual de dar lo mejor de si para que tu entrada en la Iglesia de la Purísima quedase grabada en los corazones de muchos. La oración de D. Alfredo Fernández, recién estrenado Director Espiritual, sirvieron de oración de acción de gracias y sin más, por el camino más corto, regresé a mi casa recordando las palabras del Eclesiastés: “Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.”
Nota aclaratoria para las "mentes privilegiadas": Este post y el anterior sobre la misma temática no son una crónica o una noticia sobre la Estación de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras de Salamanca, ni tampoco pretende serlo. Es, como se expresa en el propio contenido del blog, un conjunto de sentimientos, momentos o sensaciones de como yo viví "MI ESTACIÓN DE PENITENCIA JUNTO A JESÚS DESPOJADO", desde mi condición de un hermano-nazareno cualquiera y todo ello desde la más absoluta subjetividad, y acompañado de las fotografías cedidas por D. Heliodoro Ordás Gómez.