“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Lc 2, 10 - 12
LAS FIESTAS EPIFÁNICAS
La palabra “epifanía” (del griego epiphaneia) significa "manifestación". La Epifanía es un acontecimiento y, al mismo tiempo, un símbolo. Los evangelistas describen el acontecimiento de modo detallado. El significado simbólico, en cambio, se ha ido descubriendo gradualmente, en la celebración litúrgica de la Iglesia.
Las fiestas epifánicas proclaman los diversos momentos en que el Hijo de Dios se ha ido manifestando. Como el sol, que nace en la noche abriéndose paso entre las tinieblas y alcanza su cenit en pleno medio día, así también Cristo tiene un lento amanecer desde la noche de la Navidad hasta el pleno día junto al Jordán.
En cinco celebraciones la Iglesia va descubriendo la luz creciente de ese Niño Sol.
1 – El nacimiento de Jesús (Lc 2, 1-20)
En plena noche, aparecen los primeros rayos de Jesús que contemplan atónitos sus propios padres, María y José. Esta pequeña luz deslumbra también la mirada asombrada de los pastores. Guiados por las palabras de los ángeles, se acercan al portal y descubren al Niño en el pesebre.
¿Por qué ellos fueron los primeros en descubrirle y en adorarle? Sencillamente, porque Jesús viene preferentemente para los pobres. Mientras el pueblo dormía, los pastores con los padres del Niño fueron los únicos testigos del amanecer.
2 – La adoración de los Magos (Mt 2, 1-12)
Esta fiesta es la que ha conservado para sí el título de Epifanía. En esta ocasión el Niño de Belén se manifiesta a los extranjeros, a los que ni son de su pueblo, ni siquiera tienen su misma fe.
¿Qué representan estos personajes misteriosos de los cuales solamente nos habla el Evangelio de Mateo? Son hombres inquietos, buscadores, arriesgados, peregrinos… que son capaces de dejarlo todo por seguir la pista de una estrella misteriosa. Celebramos que la luz del Salvador llegará hasta los confines del mundo.
3 – La presentación de Jesús en el templo (Lc 2, 22-38)
Esta fiesta la celebramos ahora el día 2 de febrero. En esta epifanía Jesús hecho hombre es presentado en el templo a su propio Padre y a su propia comunidad judía. Las palabras proféticas de Simeón y de Ana señalan a Jesús como hombre vocacionado al sufrimiento y a la cruz. Su madre María será copartícipe de este trágico destino: “una espada va a atravesar tu alma”. La luz de este sol que amanece ha de atravesar nubes tormentosas que, momentáneamente, oscurecerán su luz radiante.
4 – Las bodas de Caná (Jn 2, 1-11)
La epifanía de Caná tiene que ver con la manifestación de Jesús como Mesías, como Rey que tiene en sus manos todo el poder de su Padre para beneficiar a los hombres. Cuando María le indica que los novios se han quedado sin vino el día de su boda, Jesús la responde que aún no ha llegado su hora. La insistencia de la madre, y la fe que demuestra, consigue el primer milagro de Jesús manifestando así su poder ante los convidados a la boda.
5 – El bautismo de Jesús (Mt 3, 13-17)
Los cuatro evangelistas mencionan esta manifestación. El ciclo navideño actual en nuestra liturgia se cierra con esta fiesta. La epifanía del bautismo manifiesta la filiación divina de Jesús y su misión salvadora. La Santísima Trinidad se da cita junto al Jordán. El Bautista proclama: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29), anunciando así su misión salvadora. El Espíritu Santo se hace visible en forma de paloma y se posa en su hombro, mientras la voz del Padre dice: "Este es mi hijo amado, en el que me complazco" (Mt 3,17). Estamos en la plenitud del día. La noche ha quedado definitivamente atrás.
Florentino Gutiérrez. Vicario General de la Diócesis de Salamanca, 21/XI/12