Como podéis comprobar en entradas más antiguas, a lo largo de varios meses atrás os fuimos mostrando todas y cada una de las hermandades y cofradías que participan en la Semana Santa de Écija. Desde entonces a esta parte, me he sentido atraído por este precioso pueblo de la “campiña” sevillana, el cual espero tener la oportunidad de visitar algún día.
Y os preguntareis por qué en estos momentos, en los que estamos a las puertas de ir al encuentro del “Niño Dios, del Salvador”, os traigo a la memoria la Semana Santa ecijana. Como supongo habréis seguido a través de los distintos medios de comunicación, páginas webs, redes sociales, etc., el agua ha querido ser su protagonista en estos días previos a la Navidad.
La noche del día 7 de Diciembre el río Genil llegó a alcanzar los 7,30 metros de altura, lo que provocó la inundación del 30% del casco histórico, más de 3000 familias afectadas, casas anegadas, calles cubiertas de agua y lodo,… En definitiva, toda una catástrofe de enorme consideración.
Cuando parecía que los habitantes de esta localidad comenzaban a poner en orden sus casas, sus enseres, el temporal que azota a España de nuevo quiso cebarse con estas buenas gentes, llegando incluso a soportar nuevas inundaciones, en algunos casos hasta cuatro veces en lo que va de mes.
Y os preguntareis por qué en estos momentos, en los que estamos a las puertas de ir al encuentro del “Niño Dios, del Salvador”, os traigo a la memoria la Semana Santa ecijana. Como supongo habréis seguido a través de los distintos medios de comunicación, páginas webs, redes sociales, etc., el agua ha querido ser su protagonista en estos días previos a la Navidad.
La noche del día 7 de Diciembre el río Genil llegó a alcanzar los 7,30 metros de altura, lo que provocó la inundación del 30% del casco histórico, más de 3000 familias afectadas, casas anegadas, calles cubiertas de agua y lodo,… En definitiva, toda una catástrofe de enorme consideración.
Cuando parecía que los habitantes de esta localidad comenzaban a poner en orden sus casas, sus enseres, el temporal que azota a España de nuevo quiso cebarse con estas buenas gentes, llegando incluso a soportar nuevas inundaciones, en algunos casos hasta cuatro veces en lo que va de mes.
En los vídeos y fotografías que os inserto, podéis ver la magnitud de lo que “os cuento” y haceros una idea de lo que puede pasar por la cabeza de estas personas cuando una y otra vez ven como sus casas, sus pertenencias, flotan entre el agua y el barro, a pesar de los muros, de los ladrillos, que intentaban hacer de barrera en sus puertas.
De nada sirven ahora las lamentaciones oportunistas, buscar culpables, regalar los oídos con mensajes intencionados, etc. Las “victimas” de esta situación supongo que lo que querrán en estos momentos son soluciones más inmediatas a lo que están sufriendo; que las instituciones, seguros, consorcios, etc., asuman sus responsabilidades y comiencen a paliar los daños ocasionados con ayudas económicas, que si bien no van a mitigar el daño moral o personal, al menos servirán para cubrir los gastos materiales.
No voy a entrar en más detalles o valoraciones al respecto, pero sí que quiero dejaros con mi reflexión, la cual es motivo principal de este post. Me imagino un cena de Nochebuena, en torno a mesa camilla, con una colcha haciendo de improvisado mantel, las sillas que han podido salvarse, la televisión con uno o dos canales escuchando el mensaje del Rey, pues la señal del resto no llega por el deterioro de las conexiones, la nevera en el piso de arriba en el mejor de los casos y la cocina aún con los restos de “lima” en los bajos de sus armarios…
Y me imagino como esa familia, que a lo largo de estos días, con sus correspondientes noches de vigilia, despertados por las sirenas de la policía o los bomberos, han estado con el corazón “encogío”, se sienta en torno a esa mesa, y con la sonrisa que nunca se borra de su boca, viven esta “noche-buena” con aquello que han podido salvar, pero juntos, unidos más que nunca, como la auténtica familia de Nazaret, dando gracias a Dios porque a pesar de todo ellos están bien y, aunque cansados, agotados, desesperados,…, pueden compartir la cena de Nochebuena como lo hacemos los cristianos, con Paz, Amor y Esperanza, mucha Esperanza.
Vaya, por tanto, mi recuerdo más cariñoso a todas esas familias que han sufrido las consecuencias de un río que se vuelve loco, de un arrollo que “se convierte en vecino inesperado”, de un barro que quiere formar parte del paisaje en vez de la nieve de mi tierra,… Mi solidaridad, desde la distancia, para todos y cada uno de vosotros y vosotras, que el Santísimo Cristo de La Salud (o de San Gil, si lo preferís) no os abandone jamás y que la Virgen del Valle, Patrona de Écija, os cubra con su manto y os dé mucha Esperanza.
¡Feliz Navidad y mucha suerte!