A continuación os reproduzco la noticia que hoy ha salido publicada en distintos medios de comunicación de ámbito local y nacional y que en la tarde noche de ayer jueves 2 de diciembre me era comunicada por un hermano de Jesús Despojado. Mientras me dirigía a la Vigilia de Adviento de los Jóvenes, celebrada en la Catedral Vieja salmantina, la nieve, el viento y el frío hicieron acto de presencia, pero no pudieron con la felicidad que invadió mi corazón al conocer tan excelente noticia - no todos los sacerdotes comenten barbaridades como muchos creen - Por ello, no dudé en llamar a mi querido Director Espiritual, D. Jesús García Rodríguez, quien con admirable serenidad me fue poniendo al día sobre todo lo acontecido en torno a la concesión de la Medalla de Plata al Mérito del Trabajo concedida por el Ministerio de Trabajo.
Conozco a D. Jesús desde que el Señor quiso que mi corazón se adentrara en ese lugar tan importante en mi vida y del que ya os he hablado en anteriores ocasiones: la Residencia de Ancianos de las Hermanitas (mis queridas hermanitas) de los Pobres de Salamanca. D. Jesús es el capellán de la Residencia y, por ello, y por la humilde colaboración que tiene la Hermandad de Jesús Despojado en la residencia, es por lo que desde finales del 2007 existe un vínculo muy estrecho entre la hermandad y el sacerdote. Vínculo que el 5 de noviembre de 2009 ha hecho que la Hermandad de Jesús Despojado no se entienda sin la figura del ahora homenajeado. Me estoy refiriendo al hecho de que desde esa fecha, el Obispo de Salamanca aceptó la petición de la hermandad para que D. Jesús se convirtiese en el Director Espiritual de la misma.
Desde entonces, el rumbo de la hermandad tomó una dirección completamente distinta a la mantenida hasta entonces. Su presencia no solo ha contribuido a que los fines de la hermandad se desarrollen en condiciones mucho más favorables, sino que sus palabras son siempre motivo de ánimo, de Esperanza, de ilusión. Suyo es, sin duda, el mérito principal para que la Hermandad cuente con un Plan de Formación Permanente (Itinerario de Formación para Adultos), así como diferentes iniciativas para que los miembros de la hermandad vivamos nuestra fe desde posiciones mucho más cercanas a Cristo, impulsando convivencias, retiros, etc.
Por aquellos ámbitos por los que D. Jesús ha pasado o está presente, su huella está imborrable. Me refiero a la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados, las Comunidades de Fe y Luz, la Delegación de Pastoral de la Salud de Salamanca, etc., pero, sobre todo, su tiempo, su dedicación, su esfuerzo, por y para un barrio - Pizarrales - son elementos que se han tenido muy en cuenta a la hora de otorgar tan merecida distinción.
Como os decía al principio, hablando con él anoche me manifestaba su alegría por tal acontecimiento personal en su vida, si bien trató en todo momento de trasladarme que la medalla no era algo que le correspondiese en exclusividad, sino a todo un grupo de personas, que impulsados desde la fe de la Iglesia de Pizarrales, consiguieron que el Barrio salmantino fuese adquiriendo unas mínimas condiciones de vida - lo que hoy algunos denominan "estado del bienestar".
No me enrollo más. Solamente aprovechar este espacio para dar testimonio público de mi felicidad por este hecho que sé que D. Jesús agradece de corazón; para manifestar nuevamente mi más cariñosa y sincera enhorabuena a "mi Director Espiritual" y a todos aquellos que de un modo u otro han estado y están junto a él entregando su AMOR a los más desfavorecidos, a los más necesitados, a los preferidos por Cristo Resucitado.
Ángel Benito, redactor de la Gaceta de Salamanca, informaba hoy día 3 de Diciembre en el siguiente sentido:
El Ministerio de Trabajo e Inmigración decidió conceder la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo al sacerdote salmantino Jesús García por su trayectoria profesional “en atención a los sectores más desfavorecidos social y culturalmente, más allá del cometido del propio párroco”.
Nacido en Morille el 27 de junio de 1931, se ordenó sacerdote el 4 de julio de 1954. Fue profesor en el colegio de San Miguel de Peñaranda y director del centro de Educación de Adultos en el barrio de Pizarrales. Fue precisamente en la parroquia de Jesús Obrero de este distrito donde inició su actividad social.
Entre los méritos que destaca el Gobierno para justificar esta distinción destacan la atención e impulso a los comedores sociales, la creación de viviendas dignas llegando a formar cooperativas, el acercamiento del agua desde la Chinchibarra hasta el Teso de los Cañones, el impulsor del asociacionismo en épocas en las que cualquier intento estaba prohibido.
Entre los objetivos, también se encontraba erradicar el analfabetismo en los adultos, situación que aún le preocupa al sacerdote.
Fue el impulsor de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados y mantiene la atención a los enfermos como delegado Pastoral de Salud de la Diócesis.
El sacerdote diocesano Jesús García se mostraba orgulloso tras recibir la comunicación oficial de la distinción por parte del Ministerio de Trabajo. A pesar de que muchos de los méritos los impulsó él, a través de la parroquia subraya que el premio “es para el trabajo de un barrio y una comunidad cristiana que trabajo unida”.
Uno de sus principales retos fue acabar con el analfabetismo entre los niños. Un hecho que unió al barrio. “Lo primero que hice fue recorrer todas las casas para conocer a los vecinos. Hicimos una encuesta y había 200 niños mayores de ocho años que no iban a clase”, recuerda. Gracias al apoyo de los vecinos se construyeron dos escuelas que se incrementarían con la escuela de adultos para alfabetizar a los mayores de edad.
“Es un premio para el barrio”
El sacerdote diocesano Jesús García se mostraba orgulloso tras recibir la comunicación oficial de la distinción por parte del Ministerio de Trabajo. A pesar de que muchos de los méritos los impulsó él, a través de la parroquia subraya que el premio “es para el trabajo de un barrio y una comunidad cristiana que trabajo unida”.
Uno de sus principales retos fue acabar con el analfabetismo entre los niños. Un hecho que unió al barrio. “Lo primero que hice fue recorrer todas las casas para conocer a los vecinos. Hicimos una encuesta y había 200 niños mayores de ocho años que no iban a clase”, recuerda. Gracias al apoyo de los vecinos se construyeron dos escuelas que se incrementarían con la escuela de adultos para alfabetizar a los mayores de edad.
“Hay que reconocer que el barrio ha luchado por sí mismo. Esto nos enseña que no hay imposibles y que se empiezan con una gota y terminan siendo proyectos preciosos”, destaca.
Traer el agua desde La Chinchibarra a Pizarrales fue otra situación que unió a los vecinos: “14 kilómetros picados por la gente y pagados por ellos para que llegara el agua a las casas. Trabajaban los domingos y en cualquier hueco que tenían”.