¿Qué sería del otoño o del invierno sin las castañas y sus característicos puestos de venta? ¡A la rica castañaaaa! decía la castañera mientras su hombre atizaba la fogata para mantener la llama de la lumbre. Algunos abispados - muertos de frío - se aproximaban al caseto con el pretexto de preguntar a cuánto el cucurucho de a 12 castañas asadas, aunque en realidad sólo buscaban una "mijita" del calor que el fuego despedía y con un poco de fortuna templar las heladas manos que en esta lluviosa y fría tarde de noviembre, ni guantes ni bolsillos eran capaz de calentar.
Esta historia, que bien podía ser real en cualquier pueblo o ciudad de nuestra España, he tenido la fortuna de vivirla esta tarde al más puro estilo de mis queridas Hermanitas de los Pobres de Salamanca. Como ya te he contado, los cumpleaños en la residencia son cita obligatoria para "montar" una fiesta o un acto con el que ellas - las hermanitas - nosotros - los voluntarios y trabajadores de la casa - y los verdaderos protagonistas - los ancianos - compartamos una velada en el que el Amor de Jesús se hace presente en esta bendita obra que nos legara Santa Juana Jugán.
Las fotografías son la mejor muestra para que, si te apetece, dejes a un lado tus preocupaciones o quehaceres, y te vengas con este "macareno" hasta el comedor mixto de la residencia. Comprobarás como Miguel nos ha preparado un lumbre en la chimenea del comedor, en la que bien podían haberse asado una pareja de tostones. Evidentemente, la presencia de la "castañera" Doña Ascensión, era todo un espectáculo, a la que ayudamos en sus quehaceres para llenarles y repartir todos los cucuruchos de este rico cereal asado. ¡Qué placer teñirse de negro las manos, si los destinatarios son personas que te reciben con un beso, una sonrisa, una historia, .... con su vida!
Luego ha venido el momento cumbre y objeto de la tarde: la felicitación de cumpleaños a los cinco ancianos y ancianas que han nacido tal que este mes. Todos han recibido su regalo material, pero estoy seguro que el que más les ha llegado ha sido el que sus compañeros y el resto de los presentes les hemos ofrecido en forma de cariño, con nuestros aplausos, besos y cánticos.
Y para terminar, una rifa de peluches que ha puesto la guinda a la tarde. Tarde de sábado que bien podía haber sido "tarde de sofá y tele", o "tarde de partida en el bar" o cualquier otra cosa y que, sin embargo, ha sido una vez más un bálsamo para los que tenemos la fortuna de compartir y convivir unas horas con "los preferidos de Jesús, de Nuestro Jesús Despojado" que tras ser Sentenciado y Crucificado, resucitó dejándonos toda su Bendita Esperanza para que la convirtiésemos en Caridad y Consuelo para todos.