Ante el inminente Año de la Fe, los sacerdotes y los religiosos, humildemente, podemos poner sobre la mesa común una ofrenda: nuestro celibato.
Que Dios quiera llenar de dones a la Iglesia y al Mundo en este Año de Gracia.
Que Dios te bendiga.
Que Dios quiera llenar de dones a la Iglesia y al Mundo en este Año de Gracia.
Que Dios te bendiga.
Florentino Gutiérrez, sacerdote - Vicario General de la Diócesis de Salamanca.
El 10 de junio de 2010, Benedicto XVI mantuvo un coloquio en la Plaza de San Pedro, ante unos 15.000 sacerdotes, en una vigilia de oración para la clausura del Año Sacerdotal. Un sacerdote eslovaco y misionero en Rusia preguntó al Santo Padre sobre el celibato y sus dificultades actuales. Resumimos aquí las palabras del Papa.
I – Fundamento permanente y vital de nuestro celibato
1 – La celebración de la Eucaristía
“El centro de nuestra vida debe ser realmente la celebración cotidiana de la Santa Eucaristía; y aquí son centrales las palabras de la consagración: “Esto es mi cuerpo, esta es mi Sangre”; es decir, hablamos in persona Christi. Cristo nos permite usar su “yo”, hablamos en el “yo” de Cristo, Cristo nos “atrae hacia sí” y nos permite unirnos, nos une con su “yo”. (…) Esto quiere decir que somos atraídos al Dios de Cristo: es esta unión con su “yo” que se realiza en las palabras de la consagración. También en el “yo te absuelvo” – porque ninguno de nosotros podría absolver de los pecados – es el “yo” de Cristo, de Dio, el único que puede absolver”.
2 – El celibato como anticipación
“Es importante que nos dejemos penetrar siempre de nuevo por esta identificación del “yo” de Cristo con nosotros, de este ser “sacados” hacia el mundo de la resurrección. (…) Por tanto, el celibato es una anticipación hecha posible por la gracia del Señor, que nos “atrae” a si hacia el mundo de la resurrección; nos invita siempre de nuevo a trascendernos a nosotros mismos, este presente, hacia el verdadero presente del futuro, que se convierte en presente hoy. Y aquí estamos en un punto muy importante. Un gran problema de la cristiandad en el mundo de hoy es que no se piensa ya en el futuro de Dios: parece suficiente solo el presente de este mundo. Queremos tener solo este mundo, vivir solo en este mundo. Así cerramos las puertas a la verdadera grandeza de nuestra existencia. El sentido del celibato como anticipación del futuro es precisamente abrir estas puertas, hacer más grande el mundo, mostrar la realidad del futuro que es vivido por nosotros ya como presente”.
II – Dificultades en las que nos encontramos en nuestro tiempo.
1 – El gran escándalo
“Es verdad que para el mundo agnóstico, el mundo en el que Dios no tiene nada que ver, el celibato es un gran escándalo, porque muestra precisamente que Dios es considerado y vivido como realidad. Con la vida escatológica del celibato, el mundo futuro de Dios entra en las realidades de nuestro tiempo. ¡Y esto debería desaparecer! En un cierto sentido, puede sorprender esta crítica permanente contra el celibato, en un tiempo en el que está cada vez más de moda no casarse. Pero este no casarse es algo totalmente, fundamentalmente distinto del celibato, porque el no casarse se basa en la voluntad de vivir solo para sí mismos. (…) Mientras que el celibato es precisamente lo contrario: es un "sí" definitivo, es un dejarse tomar de la mano por Dios. (…) Por ello el celibato confirma el "sí" del matrimonio con su "sí" al mundo futuro”.
2 – Los escándalos secundarios
“Sabemos que junto a este gran escándalo, que el mundo no quiere ver, están también los escándalos secundarios de nuestras insuficiencias, de nuestros pecados, que oscurecen el verdadero y gran escándalo, y hacen pensar: “¡Pero no viven realmente fundados en Dios!”. ¡Pero hay mucha fidelidad! El celibato, precisamente las críticas lo muestran, es un gran signo de la fe, de la presencia de Dios en el mundo”.