Sevilla… la gran añorada, el punto de partida de toda mi Esperanza. Mi segunda tierra, o la primera, quién sabe. Soy salmantino, como bien sabes, querido seguidor o seguidora, defiendo y quiero a esta tierra charra que me vio nacer, pero Sevilla es mucha Sevilla. Puedo afirmar, sin duda alguna, que gran parte de los últimos grandes acontecimientos de mi vida en la última década han ocurrido en la ciudad bañada por el Guadalquivir. Ella ha sido testigo de innumerables instantes en los que mi corazón ha rebosado felicidad, en toda la amplitud de la palabra felicidad. Y tú, Mamá, eres la causa, la extraordinaria causa, de todo este derroche de sentimientos que se agolpan en cada rincón de mi corazón.
¡Amo a Sevilla! Si, amo a Sevilla… y a sus gentes, sus calles, sus plazas, sus templos… Amo a todos y a cada uno de los lugares por los que paso o he pasado, los que comparto y he compartido. Sevilla es Esperanza, oxígeno para mi corazón, Espíritu para alma… La tierra de María Santísima por excelencia, donde cada rincón huele a incienso mariano, donde los bellos se ponen de punta a poco que te encuentres con alguien y pronuncies tu nombre: ¡Macarena!
Sevilla es para andarla, para recorrerla, para disfrutarla, para cansarte de ella y enseguida querer vivirla de nuevo. Sevilla es Macarena, es Triana, es Campana, es el Polígono, las Tres mil viviendas o el Puente del Alamillo… Es Santa Ángela, la Giralda o la Maestranza. Es la calle San Luis, Juan de Robles, Sierpes o la Resolana. El la Plaza de España, el Salvador o María Luisa.
Sevilla es Arco de entrada a la gloria de este costalero macareno que pierde su acento castellano tras una Cruz Campo fresquita y unos pescaitos del mercado de la calle Feria, o de una pringá en el Tendido 11. Es Santa Ana y Madre Purísima. Sevilla es calle Betis, Pureza o Pagés del Corro.
Sevilla es la Avenida larga que desemboca en el templo donde te venero Señor Sacramentado; es la Plaza de San Lorenzo donde está El, el que lo cura todo, el Señor del Gran Poder… mi Señor, que lo es de la Sentencia, Despojado, de Burgos o de la Salud. Sevilla es decir Virgen de los Reyes o Hiniesta Gloriosa, … es Rocío, es Corpus Christi, es Feria, arte, toros … Sevilla eres tu, Tu.
Sevilla es Rodríguez Ojeda y Montañés, es Ruiz Gijón o Juan de Mesa, es Álvarez Duarte o Navarro Arteaga. Es el Carmen de Salteras y Tejera o Tres Caídas y Cigarreras, o quizás Virgen de los Reyes. Es túnica y costal, vestidos de flamenca o rociera, mantilla y peineta... En Sevilla las mujeres caminan como en ningún lugar del mundo, dando la impresión de que siempre llevan un paso de palio sobre sus hombros. Apuesto a que las madres enseñan a sus niñas a “andar con ese arte”. Arte de Sevilla…que me gusta¡¡¡¡
Sevilla es poesía, cultura, pregón, toros y toreros. Es Rodríguez Buzón, Cantores de Híspalis, Curro Romero o Real Betis Balompié (haciendo amigos, macareno40…).
Si, en Sevilla he querido y amado, es reído y llorado, comido, bebido, cantado y bailado (esto poco…) Y quiero y siento que así voy a seguir haciéndolo, si el Señor quiero que sea su voluntad.
Sevilla es luz, es mi luz… Llegar a Sevilla y salir por Santa Justa es sentir un pellizco en el corazón, siempre el mismo. Siempre sientes esa sensación de que alguien te ha venido a recoger y miras a un lado y a otro. Y su presencia se siente, se respira, se huele, a veces hasta duele, sobre todo cuando el camino es de bajada al andén…
Sevilla es siempre la última lágrima que refleja el vacío que me queda al dejar a mis hermanos y hermanas, a mis amigos y amigas, sin excepción, a esas gentes que sin conocerme me han acogido, a esa bulla que me pone, esa luz que se oscurece… es decir: "Hasta pronto Sevilla, hasta siempre, mi Esperanza Macarena. ¡Te quiero Sevilla!"
(Muestra fotográfica realizada en mi última visita, el 20 de Agosto de 2012)