14 abril 2012

A ESE NAZARENO ANONIMO….

Texto íntegro del artículo publicado en La Gaceta de Salamanca http://www.lagacetadesalamanca.es/ el pasado día 11 de abril de 2012.

Concluye una Semana Santa igual y distinta a la vez, pues no hay dos Semanas de Pasión que sean idénticas, a pesar de que la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor sean los elementos que nos mueven a manifestar públicamente nuestra fe y a poner nuestros pasos y nuestras cofradías en la calle.

Una Semana Santa, que como viene ocurriendo en los últimos años – habrá que cambiar el calendario litúrgico – la climatología, las webs del tiempo, en definitiva, la ansiada y caprichosa lluvia que tiene que caer en esta semana y no en la anterior o posterior, ha conseguido dejar atrás a las torrijas, a los estrenos del Domingo de Ramos o a otras costumbres propias de la época. Como digo, la lluvia se ha convertido en una protagonista de excepción, sin ser invitada por los que vivimos con intensidad esta tradición cristiana y consigue mantenernos en vilo y con la incertidumbre en lo alto.

Por ello agradezco la gentileza que me concede La Gaceta para rendir mi pequeño y modesto homenaje a esos cientos o miles de nazarenos anónimos que cada año acuden a su cofradía, en un día de la semana especial y soñado a lo largo de todo el año, enfundados en su hábito, capirote o verdugo… Ellos pasan generalmente desapercibidos, salvo para las críticas de siempre, “que si el capuchón está doblado, la capa corta o se le ven los pantalones por debajo de la túnica, que si lleva deportivas o va descalzo”.

Pero más allá de lo meramente estético o anecdótico, entiendo que es de justicia poner en valor su presencia en los cortejos procesionales. Acólitos, costaleros o hermanos de paso, capataces, hermanos de ceremonia o diputados, etc. siempre tienen un lugar o un espacio para ser admirados o mencionados dentro de la procesión. Mientras, el nazareno o nazarena, se queda en un segundo plano e incluso es receptor de fuertes críticas si por alguna razón deciden ese año no procesionar y ver a su Titular en la calle o desde la televisión.

Y no caemos en la cuenta que ellos son los que dan cuerpo a la procesión, los que iluminan nuestro discurrir por las calles, los que rosario en mano van ofreciendo sus plegarias y gratitud al Señor o a la Santísima Virgen. Ellos, que sufren las “dictaduras” de los que vara en mano les ordenan como deben caminar, a veces con terminologías más propias del mundo militar: “para, anda, más juntos,…”; ellos, que han cumplido con su ritual de tener lista su túnica, planchada y lavada para la Estación de Penitencia, en algunos casos almidonada o llevada a la tintorería para que sufra menos… Ellos son también cofrades ¿o no?

Nazarenos y nazarenos que lloran al encontrarse ante “su Cristo o su Virgen”, Imágenes Titulares a través de las cuales canalizan su fe, la manifiestan y la incorporan a su proyecto de vida: “yo soy del flagelado, de la soledad, del despojado de la piedad o macareno, como yo, que también vale”. Que lloran cuando concluye su estación de penitencia o cuando sienten la emoción de ver a un público entregado desde la acera al contemplar su rostro, su cuerpo… Y lloran porque la lluvia, la maldita lluvia juega una mala pasada a las juntas de gobierno poniéndolas en la difícil decisión de suspender o no la salida procesional, y han de quedarse sin procesionar hasta el próximo año. Lágrimas que no se entienden si no se ven con os ojos del corazón, de la fe, de un nazareno entregado con su Titular.

Estos son mis nazarenos, los que generalmente no aparecen en los pregones, de los que solo nos importa el número por cuestiones estadísticas, los que “asustan” a los pequeños por su aspecto o los que reciben las bromas de mal gusto de algún irrespetuoso que siempre los compara con el Ku Kus Clan.

Por eso, en esta Semana Santa agridulce para mi, que termina como no puede ser de otra manera, con la alegría y felicidad de saber que Cristo a Resucitado, que la vida a vencido a la muerte, mi gratitud a todos cuantos hacéis grandes nuestras procesiones y cofradías, más allá de vuestra aportación económica o participación en la hermandad a lo largo del año. Estoy seguro de que sin vosotros, la Semana Santa sería distinta, pues nadie daría testimonio auténtico de fe como solo lo sabéis hacer vosotras y vosotros. Gracias por convertiros en cirineos de esta siempre vulnerable Semana Santa nuestra y feliz Pascua de Resurrección a todos.


Fotografía realizada por Sergio Cachinero (Domingo de Ramos 2012 - Jesús Despojado)