Christi Matri (latín: Madre de Cristo) fue la cuarta encíclica del Papa Pablo VI. Fue promulgada el 15 de septiembre de 1966 y ordena súplicas a la Santísima Virgen para el mes de octubre.
Precisamente ayer, el Papa Francisco procedió a la beatificación de Pablo VI (1897-1978) durante una misa en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, dedicándole, entre otras, las siguientes palabras: "Supo conducir con sabiduría y con visión de futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro".
Te invito a que dediques unos minutos a acercarte a la reflexión espiritual que, sobre el Rosario, Pablo VI realizó en esta encíclica dedicada a María y en la que se ordenan súplicas a la Santísima Virgen para este mes de octubre:
A la Madre de Cristo suelen los fieles entretejer con las oraciones del rosario místicas guirnaldas durante el mes de octubre. Aprobándolo en gran manera, a ejemplo de nuestros predecesores, invitamos este año a todos los hijos de la Iglesia a ofrecer a la misma Beatísima Virgen peculiares homenajes de piedad. [...]
Perturban el ánimo los acontecimientos que se sabe han sucedido en otras regiones, como la creciente competencia de las armas nucleares, el insensato deseo de dilatar la propia nación, la inmoderada estima de la raza, el ansia de derribar las cosas, la desunión impuesta a los ciudadanos, las malvadas asechanzas, las muertes de inocentes; todo lo cual puede ser origen de un sumo mal. [...]
Estando acostumbrada la Iglesia a acudir a su Madre María, eficacísima intercesora, hacia ella dirigimos con razón nuestra mente y la vuestra, venerables hermanos, y la de todos los fieles; pues ella, como dice San Ireneo, «ha sido constituida causa de la salvación para todo el género humano»(Adv. Haer. 3, 22; PG 7, 959).
Nada nos parece más oportuno y excelente que el que se eleven las voces suplicantes de toda la familia cristiana a la Madre de Dios, que es invocada como "Reina de la paz", a fin de que en tantas y tan grandes adversidades y angustias nos comunique con abundancia los dones de su maternal bondad. [...] La Madre del Salvador, como enseña San Agustín es "claramente madre de sus miembros" (De sanct. virg. 6; PL 40, 399) [...].
Redóblense por tanto durante el mes de octubre, dedicado a Nuestra Señora del Rosario, las preces; auméntense las súplicas, a fin de que por su intercesión brille para los hombres la aurora de la verdadera paz, aun en lo que se refiere a la religión, que, oh dolor, no pueden profesar hoy libremente todos.
“Si se reza correctamente, el rosario producirá un manantial de gracia en nuestras vidas” (P. Basil Cole O.P.)