03 febrero 2013

Quedan la Fe, la Esperanza, el amor; la más grande es el Amor

No me preguntes por qué, pero el Evangelista Pablo últimamente se "ha empeñado" en ser mi compañero de viaje y a fe que me está sirviendo de gran ayuda.

Sus cartas a los Corintios, tanto la del pasado domingo como la de hoy, son dos auténticas catequesis como te decía en mi anterior post, aunque la de hoy puede calificarse, si me permites, como de un auténtico "himno o exaltación" al Amor.

Cuando esta mañana llegué a la Capilla de la Residencia de las Hermanitas de los Pobres de Salamanca y vi que me tenían encomendada la misión de proclamar esta lectura, no pude por menos que dar a las gracias, pues era todo un lujo hacer por unos momentos de portavoz de este texto. De hecho, en el momento propio de la lectura, te confieso que me he sentido profundamente feliz, tal vez hasta fuera de mi, dejándome llevar por cada una de las palabras. Por eso que a ti, cofrade o no, cristiano o no, te invito a que lo leas reposadamente, disfrutándolo, sintiéndolo... y si quieres, reflexiona después unos minutos sobre ello.

Estoy convencido de que te servirá de gran ayuda y tal vez llegues a darte cuenta, como yo, de que el mandamiento que Jesús nos legó:  "Que os améis unos a otros; como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros", lo tenemos más que olvidado. 


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 31-13, 13)

Hermanos:

Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.


El amor es paciente, afable;
no tiene envidia;
no presume ni se engríe;
no es mal educado ni egoísta;
no se irrita;
no lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.


Disculpa sin limites,
cree sin limites,
espera sin limites,
aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá.¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra: quedan la Fe, la Esperanza, el Amor: estas tres. La más grande es el Amor.