Hoy
celebramos a Nuestra Señora de la Merced, una advocación mariana
que recuerda la misericordia de Dios y nos invita a ser portadores de libertad
y justicia, así como lo fue San Pedro Nolasco al fundar la Orden Mercedaria
para liberar a los cautivos. Las reflexiones para esta fecha giran en torno a
la importancia de reflejar la misericordia divina en nuestras acciones, luchar
contra las nuevas formas de esclavitud y ser un canal de Esperanza para quienes sufren, de forma
similar a como María es la "Madre de la Merced".
Ideas para la reflexión:
La misericordia como camino de vida: El nombre
"Merced" significa misericordia, gracia o perdón. Debemos
preguntarnos cómo podemos aplicar estas virtudes en nuestra vida, mostrando
compasión y empatía ante las necesidades de los demás, especialmente los más
vulnerables.
Liberación y Esperanza: La Virgen de la
Merced se apareció para animar en la tarea de liberar cristianos cautivos. En
el mundo actual, existen muchas formas de "cautiverio", no solo
físico sino también de la adicción, la violencia, la injusticia o la
manipulación. La Virgen nos llama a ser agentes de liberación en todas estas
áreas.
María como modelo de intercesión y
acompañamiento:
En la tradición católica, María es una madre que intercede por nosotros ante
Dios. Ella nos enseña a "hacer todo lo que Él les diga" (Juan 2:5) y
nos acompaña en nuestros momentos de dificultad.
La familia y la fe como valores
fundamentales:
Nuestra Señora de la Merced nos recuerda que las cosas verdaderamente
importantes son las de Dios, y que debemos colocar la familia y la fe en un
lugar privilegiado en nuestras vidas.
La fraternidad y el amor de Dios: Al ser hijos del
mismo Padre Dios, somos hermanos y hermanas. La Virgen María nos recuerda esta
fraternidad y nos impulsa a vivir un amor que se extienda a todos, reflejando
el amor de Dios.
Tras leer estas reflexiones (evidentemente
no son mías, si no extraídas de internet vía consulta IA) no puedo por menos
que preguntarme si aquellos seguidores de Pedro Nolasco, cuando fundaron
la Orden Mercedaria de la mano de Nuestra Señora de la Merced, se
imaginaban que unos cuantos siglos después parte del carisma mercedario iba a
perder tanto valor.
Invito a que “buceéis” un poco en la red de redes y leáis algunas de las opiniones o críticas a la situación actual de la
orden, en el sentido de “cómo mantener la especificidad del carisma mercedario
en la búsqueda de obras pastorales, evitando desdibujar su misión original de
atender cautividades muy concretas, como en el siglo XIII.” Quiero
entender que estas opiniones no se pueden hacer extensivas a todas las órdenes,
cofradías o esclavitudes mercedarias, pues me consta que algunas procuran aplicar
en sus ámbitos, en sus vidas, los principales postulados mercedarios. Y
también, como otras muchas se preocupan más de lo externo, de lo material, sin
tener una presencia activa, permanente y constante, con lo que la devoción a la
“Merced”, la implicación en las tareas fundamentales, quedan relegadas a un segundo o
tercer plano, impidiendo crecer como rama importante y necesaria en el seno de
la Orden.
Por ello, es importante seguir el modelo
que la Orden mantiene desde hace años con relación a lo que se denomina “Misión
de Redención”, dedicándose a la liberación y defensa de los más vulnerables, no
sólo los presos, sino también a los refugiados y a los pobres (de todo tipo y
condición). Existen ejemplos de implicación en centros penitenciarios,
programas de reinserción social, atención a refugiados y educación, etc.
Personalmente (algunos estudiosos también lo
están planteando) pienso que la Orden debe atajar o afrontar con serenidad, desde
la experiencia, desde los principios fundamentales, pero también desde la
realidad actual, la cuestión que últimamente está generando dos corrientes o dos modelos que no deben ser contrapuestos, si no complementarios. Me refiero a la
enseñanza, a la formación, tanto de lo que se conoce como los “coristados
mercedarios” y/o los miembros de las asociaciones de laicos, órdenes terceras,
esclavitudes o cofradías.
Hay quienes cuestionan si la enseñanza,
incluso en clave liberadora, diluye el carisma específico de la Orden. Se
argumenta que la misión mercedaria debe centrarse en situaciones de cautiverio
más análogas a las del siglo XIII, donde la redención era la tarea principal. Dicho
de otro modo, hay un debate sobre si la Orden debe optar por obras pastorales
más generales o mantener un enfoque especializado en las “cautividades” que
claman por su presencia.
Entiendo que existen corrientes dentro de
la orden que están preocupados por cómo adaptar el carisma a las nuevas
realidades sin “forzarlo” hasta el punto de reducirlo a su mínima expresión,
preservando así su identidad única. De hecho, hay quienes, ante el miedo de la
pérdida del carisma mercedario, se han “enrocado o encastillado” de forma que
han optado por mantener un perfil pastoral propio de épocas preconciliares, más
cercanos a otros carismas que al propio de la Orden. Y, por otro lado, nos
encontramos con una visión mucho más cercana a lo que se interpreta como “la
redención moderna” en toda la extensión de la palabra, abrazando otras formas
más actuales, más “progresistas” que dirían los mercedarios ortodoxos, para
afrontar la opresión y la esclavitud, como la exclusión social o la
persecución, que suponen una cautividad de la persona.
En definitiva, que hoy, Festividad de Nuestra Madre de la Merced, Redentora de Cautivos, el cuerpo me pedía compartir contigo no solo la conmemoración o celebración de su festividad. No solo algunas de las fotografías dedicadas a Nuestra Señora de la Merced de Salamanca. Si no también estas reflexiones, opiniones, preocupaciones o como quieras denominarlas, que van mucho más allá de una misa solemne o de una procesión, sin querer restarle valor o importancia a estos cultos. Valor o importancia que adquirirán mayor repercusión y relevancia, desde el sentido de la fe y la devoción, si dejamos de lado los protagonismos, los egos, las deslealtades y nos centramos más en liberarnos de nuestros propios cautiverios, siendo redentores también de nuestras faltas y de las del prójimo y, como no puede ser de otra manera, viviendo el espíritu de Jesucristo tal y como nos legó San Pedro Nolasco.
¡Feliz día de Nuestra Señora de la Merced!