07 marzo 2021

Solemne y Devota Función Principal de Instituto en honor a Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras (Salamanca)

 

El domingo 7 de marzo de 2021, conforme a lo establecido en sus estatutos, la Hermandad Sacramental, Mercedaria y de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo celebró Solemne y Devota Función Principal de Instituto en Honor y Gloria de su dulcísimo Titular, Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras. 








Ocupó la Santa Cátedra el Rvdmo. P. Fr. Enrique Mora, O.d.M., Director Espiritual de la Hermandad. Al ofertorio de la Eucaristía la actual hermana mayor, Dª Beatriz Dudes Manzano, junto con sus predecesores, D. Angel Hernández Torres y D. Álvaro Gómez Gómez, hicieron Pública Protestación de Fe en representación del conjunto de hermanos y hermanas, hecho que se realizó de esta forma extraordinaria para mantener las medidas de distancia y seguridad con motivo del Covid-19. 













 




HOMILIA DEL PADRE ENRIQUE MORA – DIRECTOR ESPIRITUAL 


Hermana Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad Sacramental, Mercedaria y de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo.

Dice un refrán, que al menos he escuchado yo, que no es lo mismo llamar que salir a abrir. Nos dice el Evangelio que Jesús no necesita el testimonio de nadie. ¡Santa ingenuidad la nuestra!

Cuando caemos en la soberbia de pensar que Dios depende de nosotros, que la Iglesia depende de nosotros, que la Hermandad depende de nosotros, es decir, llegar a pensar que nosotros somos los que bajamos a abrir la puerta cuando en realidad somos nosotros los que estamos llamando a la puerta de Dios, a la puerta de la Iglesia y a la puerta de la Hermandad.

Un Padre Provincial, en estos tiempos de sequía vocacional, se sentó con unos cuantos jóvenes que querían entrar en la Orden y estaban haciendo su experiencia del postulantado y les dijo: - No penséis que venís a hacer un favor a la Orden o a mí, sino que si estáis aquí es porque vosotros habéis escuchado una voz que os ha llamado y que tendréis que dar respuesta en conciencia a ella.

Este es el problema, el templo que hemos escuchado en el Evangelio. Creer que es nuestro, auto arrogarnos el papel de ser los despenseros de Dios, pretender comprar y vender a Dios, pretender hacer de Dios, de la religión y de la hermandad un teje maneje de intereses burdos, de poder, de estética, de autorrealización, de dominio… ¡De yo qué sé!

Dice otro refrán: “No me fío de la mitad de la cuadrilla y eran un padre y un hijo”. Y así escuchamos en el Evangelio que Jesús no se confiaba con ellos porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre. 

¿Somos de fiar? Los templos de Dios que nos construimos ¿son de fiar? ¿reflejan la casa de Dios, la casa de tu Padre? ¿son la casa de la luz o la cueva de Ali Babá? O dicho de otra forma ¿somos capaces de construir fraternidad, familia de Dios, Hermandad? 

Señor, no he visto en ninguna Semana Santa, el paso de Jesús haciendo un azote de cordeles. Aún está por estrenar el paso de Jesús expulsando a los mercaderes del templo. ¡Ay mi Jesús Purificador!

Señor, Manso Cordero, duele mirarte por lo bello, porque no hay cosa más hermosa que el amor verdadero, ese amor que azota sí, azota, porque exige la respuesta de la verdad, de la entrega, de la totalidad y que huye del juego.  Esa belleza mansa, Señor, que silente grita como el gallo en cada una de las conciencias que no duermen, que no se endrogan, que no se emborrachan con orgullos, violencias y sin razones. 

Y tú, Señor, te dejas despojar de la dignidad humana, de la dignidad del mundo, de la vergüenza de la carne y hasta de la tentación del demonio. Despojado, puro, verdadero, clavando los ojos y entregando los brazos. 

Y así, así clama en silencio, con la mirada, con sus pacíficas manos, con sus carnes deshechas y su corazón sangrando que claman una respuesta. Mi respuesta, tu respuesta, nuestra respuesta… 

Perdón, Señor, Perdón… por pasar de ser discípulo amado a ingrato despensero, como los del templo.

Perdón, Señor, Perdón… por dudar de tu ley y abrazarme a la del mundo, al becerrito de oro de la libertad de conciencia.

Perdón, Señor, Perdón por haber confundido el amor con la dulzura y la belleza con el éxtasis.

Perdón, Señor, Perdón… porque muchas veces ni a mí mismo me conozco. Porque no me atrevo a mirarme como tú me miras. 

Señor, danos tu paz, danos tu perdón. Sosiéganos, anímanos, empújanos y haznos entender, Señor, que tu perdón, tu Resurrección, tu redención, es lo que nos hermana, lo que nos tiene aquí y lo que da pie y fundamento a este templo humilde de nuestra hermandad.

Señora Nuestra, Madre de la Caridad y siempre Consuelo… ¡Abrázanos tú, porque a nosotros nos cuesta! Abrázanos como Madre y ayúdanos a no perder el norte, para poder ser, en los días de nuestra vida, fieles y pacíficos. 

Señora, a tu Hijo le pedimos perdón y a ti te pedimos indulgencia. Ayúdanos, pues estamos, como cantamos en la Salve, “en un valle de lágrimas” y tú conoces que a veces somos nosotros los que provocamos las lágrimas. 

Ayúdanos a estar contigo en la Cruz y abrázanos, para que de verdad seamos hermandad de hermanos y templos vivos del Espíritu Santo. 

Que así sea. 

Del mismo modo, la Solemne Procesión Eucarística con el Santísimo Sacramento hubo de realizarse en el interior de la iglesia parroquial de San Sebastián, con participación reducida al máximo, manteniéndose los asistentes en sus bancos respectivos.




Fotografías de hermanos y hermanas para el recuerdo










Vídeo de la Solemne Procesión Eucarística con el Santísimo Sacramento y Reserva


Galería de imágenes de Pilar Pérez Fotografía