En la tarde-noche de ayer martes 7 de Marzo,
invitado por la Junta de Gobierno de la Hermandad de Jesús Despojado de
Salamanca, tuve la oportunidad de impartir la charla formativa que, bajo el
título “El Misterio de Jesús Despojado”, comparto contigo en este post, por si es de tu interés, tanto si eres miembro
de la hermandad o no.
ANTECEDENTES
El pasado viernes 3 de marzo de 2017 se cumplieron
nueve años desde que Monseñor Carlos López, Obispo de Salamanca, concedió la
erección canónica a la
Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de
sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo de Salamanca. En su
escrito, venía a decir entre otras cosas lo siguiente:
“… y otros
87 fieles católicos han solicitado la creación de una nueva hermandad
penitencial y de caridad con el título de Hermandad de Nuestro Padre Jesús
Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo.
Examinada la
documentación presentada en relación con el ideario fundacional, los fieles que
se integran, el parecer favorable de otras cofradías de la ciudad de Salamanca
y la autorización del Rector de la
Iglesia del Espíritu Santo para establecer en ella la sede
canónica, así como el proyecto de Estatutos, estimamos que dicha Hermandad está
bien orientada teológicamente e integra adecuadamente su actividad en el marco
de la pastoral diocesana.
En
particular, hemos revisado los Estatutos y los hemos encontrado en conformidad
con la disciplina canónica. Por todo ello, contando también con el parecer favorable
de la Delegación
de Apostolado Seglar, aprobamos los Estatutos de la "Hermandad de Nuestro
Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del
Consuelo" y erigimos canónicamente dicha Hermandad como Asociación Pública
de Fieles”.
Alguno de los que estáis hoy aquí presentes, tal
vez habéis asistido a otras charlas, conferencias o visitado páginas webs,
foros o blogs, donde se habla de la historia de la fundación de nuestra
hermandad. Pero estoy prácticamente seguro, pues esto no aparece en las
hemerotecas, que desconoceréis cierta información que forman parte de la
historia de la misma y que solo algunos tuvimos la oportunidad de vivir, de
compartir y por tanto, de conocer.
Allá por mayo de 2001, una vez pasada la Semana Santa de aquél
año (perdonar que hable en primera persona) quise darle forma a una idea que
rondaba mi cabeza desde hacía tiempo y que a través de mi experiencia,
conocimientos y la ayuda de algún experto en temas cofrades, conseguí tras
varios meses de trabajo, elaborar un proyecto de fundación de hermandad para nuestra
Semana Santa. Una proyecto de hermandad cuyos pilares y fundamentos no distan
muchos de los actuales, destacando especialmente la titularidad y lema de la
misma y con ello la advocación a la figura de Jesús. “Yo soy el camino” y
"Nuestro Padre Jesús del Gran Poder" eran el lema y la advocación que
elegí como propuesta. Desde nuestra condición de pecadores, debíamos dedicar
nuestro esfuerzo y sacrificio en la promoción del significado más extenso de
“Gran Poder”: Gran Poder de Amor a Dios y a la Virgen María. Gran
Poder de Amor al prójimo. Gran Poder de Oración y Evangelización. Gran Poder de
Fraternidad. Gran Poder de Auxilio y Caridad.
He de confesaros que el proyecto fue lo
suficientemente atractivo para determinados cofrades, que no dudaron en prestar
su apoyo y hacer suyo el proyecto. Permitidme hacer un pequeño homenaje
aquellos/as que fueron los primeros impulsores de lo que hoy es nuestra corporación.
La propuesta fue presentada a la Orden de los Carmelitas
Descalzos de Salamanca, en la persona de su prior, quien igualmente la acogió
con sumo agrado, lo que generó grandes expectativas entre aquel grupo de “posibles
fundadores” pues, sin duda, la iglesia y la comunidad del Carmen era un lugar
que aglutinaba muchos y positivos factores para poder desempeñar los fines que
perseguíamos. Pero cuando todo parecía que iba a culminar con un resultado
satisfactorio hacia nuestras inquietudes, una votación de los miembros de la
comunidad, con un estrecho margen de resultado, dio al traste con todas
nuestras ilusiones, pues un voto fue suficiente para que no se aceptase la
ubicación y fundación de la futura hermandad en el seno de la Orden del
Carmelo. Y de este modo y manera, abatidos y desilusionados, decidimos “meter
el proyecto en el congelador” sine die.
Cinco años después, un grupo de cofrades
salmantinos nos desplazamos a Sevilla para participar y vivir la Coronación Canónica
de la Virgen
de la Esperanza
de la Trinidad ,
concretamente el 10 de Junio de 2006. Fue un fin de semana inolvidable, tanto
en lo personal como en lo espiritual. Eran otros tiempos, otras maneras de
sentir y pensar, y muchas ganas de hacer cosas, de cambiar formas y maneras de
concebir la Semana
Santa.
Como no podía ser de otra manera, la Esperanza estaba con
nosotros. Y quiso que, en torno a un ambiente de armonía, de amistad, de
fraternidad, y en presencia de Ntro. Padre Jesús de la Caridad en su Tercera
Caída y Ntra. Sra. del Desconsuelo, Sagrados Titulares de la todavía hoy
Humilde Asociación Pro-Hermandad de la Barriada de Los Príncipes, ese grupo de cofrades
nos “conjurásemos” `uniendo nuestros corazones para iniciar un nuevo intento de
fundación de hermandad de penitencia.
A partir de ahí se revisó el proyecto inicial, que
si bien en esencia se mantuvo casi íntegro, sí que sufrió cambios destacados
como el lema “Dios es Amor” o las advocaciones que después darían nombre y
título a la hermandad: Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María
Santísima de la Caridad
y del Consuelo.
Como el proceso de fundación de la hermandad sí
que es sobradamente conocido, no me voy a detener en él. Solamente deciros que
fueron años de mucho trabajo, pero también de gran ilusión, la cual pudo con
esos momentos de flaqueza y debilidad, que también los hubo, especialmente a la
hora de encontrar una sede canónica donde celebrar nuestros cultos internos y
albergar a Nuestras Sagradas Imágenes Titulares.
¿POR QUÉ
JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA CARIDAD Y DEL CONSUELO?
DIOS ES AMOR
Entre la documentación que presentamos en el
obispado para la aprobación de la hermandad, había un párrafo que me gustaría
remarcar, pues en él se recoge prácticamente la esencia de lo que pretendíamos
ser y lo que actualmente somos. Decía así: “Nuestra intención no es que
Salamanca cuente con una nueva Procesión de Semana Santa, cuestión siempre
opinable o discutible. Queremos y en ello va nuestro empeño y compromiso, que
la sociedad salmantina se beneficie de nuestra presencia como Asociación
Publica de Fieles integrada en la
Diócesis de la ciudad y que bajo la devoción a unas
advocaciones concretas, contribuya a impulsar el Amor a Dios, a la Virgen María y al
prójimo, fomente la paz y la fraternidad, la oración y la penitencia, la caridad
y la solidaridad, viva en comunión con el resto de Hermandades y Cofradías
salmantinas y que en una época del año concreta, la Semana Santa , seamos
un perfecto espejo donde los demás comprendan la Pasión , Muerte y
Resurrección de Jesús”.
El 25 de diciembre de 2005, solemnidad de la Natividad del Señor,
primer año del Pontificado de Benedicto XXI, el Papa promulga su primera
encíclica: “Deus caritas est” (Dios es amor), sobre el amor cristiano.
Encíclica que va a ser detonante a la hora de dar forma a nuestros fines e
incidir directamente a la hora de elegir el título y lema de nuestra hermandad
o, si preferís, en el nombre elegido para Nuestros Titulares.
En la primera parte la encíclica hace referencia a
“la unidad del amor en la creación y en
la historia de la salvación”. Se trata de una reflexión teológica y filosófica
sobre el "amor" en sus diversas dimensiones, precisando algunos datos
esenciales del amor de Dios por el ser humano y de la unión que ese amor tiene
con el amor humano.
En Jesús, el
amor de Dios encarnado, ese AMOR alcanza su forma más radical. Jesús se
despoja así mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los
hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Fp 2,7).
Jesús se
entregó para elevar y salvar al ser humano, expresando el amor en su forma más
sublime. Y no os olvidéis de este dato: Jesús aseguró a este acto de ofrenda de
amor su presencia para siempre a través de la institución de la Eucaristía , en la que,
bajo las especies del pan y del vino se nos entrega como un nuevo maná que nos
une a Él. Por ello, cuando participamos en la Eucaristía , nosotros
también nos implicamos en la dinámica de su entrega. Nos unimos a Él y al mismo
tiempo nos unimos a todos los demás. De
ese modo, el amor a Dios y el amor a nuestro prójimo se funden realmente. Por
esto que, personalmente, aplaudo la decisión de la junta de gobierno de
impulsar la presencia del Santísimo Sacramento en el seno de la hermandad y a
la que os pido que os suméis, pues como veis, la advocación del “Despojado”
está intrínsecamente unida a la Eucaristía por medio del Amor a Dios y a los
demás.
En la segunda parte de la encíclica, titulada “Caritas, el ejercicio del amor por parte de
la Iglesia
como comunidad de amor” trata del
ejercicio concreto del mandamiento del amor hacia el prójimo.
Amor por el
prójimo que está enraizado en el amor de Dios y que además de ser una
obligación para uno de nosotros, lo es también para toda la comunidad eclesial.
No olvidemos nunca que nosotros somos una asociación pública de fieles que
formamos parte del cuerpo de la iglesia diocesana.
En nuestro
tiempo, un positivo efecto colateral de la globalización, se manifiesta en el
hecho de que la atención por el prójimo, a los “despojados”, es cada vez más
necesaria a la vez que universal. Todos conocemos que las estructuras del
Estado y las asociaciones humanitarias desarrollan distintos modos la
solidaridad expresada por la sociedad civil. Del mismo modo, en la Iglesia Católica
han surgido nuevas formas de acción caritativa. Es importante que la actividad
caritativa de la Iglesia
no pierda la propia identidad, disolviéndose en la organización común
asistencial, convirtiéndose en una O.N.G., sino que mantenga todo el esplendor
de la existencia de la caridad cristiana y eclesial. Es decir, la caridad debe hacerse sobre la experiencia de un
encuentro personal con Cristo, cuyo amor ha tocado el corazón del creyente,
suscitando en él el amor por el prójimo.
¿Y María? María, como dijo Pablo VI, “es siempre el camino que conduce a
Cristo”. No se puede concebir un amor a María, que no germine en un amor a Jesús,
ya que Él es el centro de nuestra vida y todo lo demás son medios para
acercarnos a Él. Nuestro amor a la
Madre , si es auténtico, no se puede concebir sin el mismo
amor al Hijo, ya que si amamos de verdad a una persona, tenemos que amar lo que
Ella ama.
Acudimos a María para llegar a Jesús, porque es
acomodadora de la misericordia, de la caridad y del perdón. Ella es un atajo seguro,
que desemboca en Cristo. Quien va de su mano tiene la certeza de que tarde o
temprano se unirá a Jesús. Y unidos a Jesús, por María, seremos capaces de
entregar nuestro amor a los demás. Ella es Caridad y Consuelo para nosotros,
para los hombres, por medio de su Hijo.
En definitiva, y para concluir con este apartado, quiero
destacar la aportación, el compromiso y el propósito que todos y cada uno de
los promotores aceptamos a la hora de fundar la hermandad bajo las advocaciones
de Jesús Despojado de sus vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo: tomar el ejemplo de Jesús, de su vida, de
su amor, de su entrega a los demás como la principal razón de la creación de
este sueño hecho realidad y contar siempre con la presencia de la Madre , como gran intercesora
y modelo a seguir. Sin duda, Ellos nos llevaron de la mano durante este caminar
que algunos privilegiados y elegidos, tuvimos la oportunidad de vivir y que hoy
es el fruto de lo que para muchos es la manera de manifestar y potenciar vuestra
fe. En el preámbulo de nuestros estatutos, que todos hemos jurado y
prometido, queda remarcado ese compromiso:
“La imagen
de Nuestro Padre Jesús Despojado nos debe hacer recordar al Hijo de Dios que se
hizo hombre, asociándose al dolor de los hombres, solidarizándose con los que
sufren física y moralmente, para redimirnos de toda situación de muerte y
llevarnos a una nueva vida. Los hermanos hemos de ver en el Misterio de su
Imagen lo que, con Jesús y por Jesús, queremos ser para con Dios y para con los
hombres: entrega total y generosa hasta el fin, como testimonio de fidelidad y
de amor fraterno.
La devoción
de los hermanos a la Madre
de Jesús, nos debe llevar a imitar la actitud de María, que supo aceptar la
primera a Cristo, comprometiendo su vida con El desde la Encarnación hasta la Cruz. Debe ser nuestro
modelo de actitud cristiana, por lo que hemos de manifestarle nuestro cariño y
gratitud.
Y todo ello queda enmarcado en tres palabras:
“DIOS ES AMOR”. El Lema de nuestra Hermandad.
DÉCIMA
ESTACIÓN: Jesús es despojado de sus vestiduras.
Los evangelistas narran este hecho de forma
similar en los textos sagrados.
En el Evangelio de Juan 19, 23-24: “Cuando los soldados hubieron crucificado a
Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado.
Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba
abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre
ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura , que dice:
Repartieron entre sí mis vestidos. Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo
hicieron los soldados.”
Por su parte, en el Evangelio de Mateo 27, 33 -36:
“Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota
(que quiere decir “La Calavera ”),
le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo.
Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se
sentaron a custodiarlo.
Permitirme que explique el significado que esta,
nuestra X Estación del Vía Crucis, a través de la meditación que fue leída
durante el Vía Crucis que presidió el Papa Francisco el Viernes Santo de 2015
elaborada por el Obispo emérito de Novara (Italia), Mons. Renato Corti. Dice
así:
- Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me quedo en
silencio. Me siento humillado por un gesto aparentemente banal. Hace horas que
me quitaron la ropa. Pienso en mi Madre, aquí presente. Mi humillación es
también la suya. También de esta manera una espada traspasó su alma. A ella le
debía la túnica que me arrebataron. Era un símbolo de su amor por mí.
- Nuestra resonancia
Tu túnica,
Señor, nos lleva a meditar en un momento de gracia y también en todas las veces
que se viola la dignidad del hombre.
La gracia es
la del Bautismo. Al niño que acaba de convertirse en cristiano, se le dice:
«Eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca
sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de
los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna». Esta es la verdad más
profunda de la existencia humana.
Al mismo
tiempo, el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva también a pensar
en situaciones terribles: el tráfico de seres humanos, los niños soldados, el
trabajo esclavo, los niños y adolescentes a los que han robado su inocencia,
heridos en su intimidad, profanados sin piedad.
Tú nos haces
pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y rezar para que
finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida
de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de «vencer el
mal con el bien»
.
Estoy
convencido de que N.P. Jesús Despojado de sus Vestiduras y su Madre Bendita, María Santísima de la Caridad y del Consuelo,
seguirán dándonos su Amor y Esperanza para que entre todos podamos seguir
haciendo gala de ese bonito mensaje que nos legó: “He venido a servir y no a
ser servido”.