Pasadas las 6.00 de la tarde del sábado 13 de Octubre de 2012 las puertas de los Dominicos, la Iglesia de San Esteban, se abrían a la ciudad de Salamanca para que los rayos de sol que se reflejaban en el atrio del convento sirvieran de camino a la Madre del Rosario en su caminar hacia la Catedral Nueva, donde le esperaba Su Hijo Sacramentado.
Varios cientos de salmantinos y foráneos se habían congregado en la Plaza del Concilio de Trento para contemplar la salida de un cortejo al que cada año se suman más miembros, en especial de la propia corporación, que no de otras cofradías, siendo fijos a la cita las representaciones de las hermandades de Jesús Despojado, Vera Cruz, San José o Cristo de los Milagros.
La Banda de Música "Ciudad del Tormes" fue la formación musical elegida por la hermandad para la ocasión, aunque no fue la única que tuvo participación en la procesión de este 2012, pues varios componentes de la Agrupación Musical "La Expiración" se sumaron a la comitiva bien como acólitos (a su vez son tambien archicofrades) o como escoltas del paso de la Santísima Virgen
A lo largo del recorrido ya anunciado en anteriores post, se vivieron momentos enormemente emotivos y plenos de una más que sincera manifestación de fe, aunque algunos se sigan quedando solamente con la parte folclórico-andaluza de esta procesión para así llenar las páginas de los foros o las tertulias puristas de mesa camilla que nunca faltan, por desgracia (?). Como te cuento, la visita al convento de las Dueñas fue vivida con el fervor que solo las "madres" saben poner cuando la Reina de los Dominicos las visita cada año. Un sentimiento que se contagia a cuantos se agolpan a las puertas de estas benditas mujeres que viven su día a día dedicadas a la oración y contemplación al Señor.
Las fotografías de Heliodoro Ordás nuevamente me sirven de "cruz de guía" para que puedas hacer este recorrido virtual conmigo. Para los que tenemos el privilegio de ir bajo las trabajaderas, pasear a la Madre por Salamanca es todo un lujo y más aún por el entorno en el que transcurre esta procesión gloriosa. Calles empinadas y estrechas, empedradas y enmarcadas entre los edificios más emblemáticos del casco histórico, forman un conjunto indivisible que satisface tanto a los que participamos desde dentro como a los que desde las aceras contemplan la Imagen del Niño en brazos de la Madre del Rosario.
Llegados a la Catedral, el silencio de los tambores da paso a la oración ante Jesús Sacramentado, fundamento y fin por el cual la procesión se pone en la calle y que es la mejor oportunidad para hacer valer el dicho de "a Jesús por María". Son cerca de treinta minutos en los que cada cofrade da verdadero testimonio de la fe que acredita y que será motivo para seguir caminando en la búsqueda de la Esperanza que el Resucitado nos legó.
De nuevo en la calle, la gente arropó a la Santísima Virgen durante su caminar sobre la cerviz de sus costaleros, auténticos privilegiados, que junto al resto de hermanos y hermanas son los encargados de mantener y hacer crecer la devoción a esta advocación de María, de gran valor espiritual para la Orden de Predicadores.
No te voy a aburrir hablándote de levantadas, reviradas, aplausos, vivas o más términos que podrían confundir a algunos, lo que no significa que no se produjesen a lo largo de las más de cinco horas de duración, pero si quiero al menos transmitirte que las caras de todas y todos los archicofrades, al concluir la estación de penitencia, eran y son el mejor reflejo de que su amor a la Santísima Virgen tiene su compensación cuando se manifiesta públicamente y desde el corazón.
Sería injusto concluir sin el agradecimiento más sincero a Heliodoro Ordás, por prestarme todas estas y muchas más fotografías que evidentemente no puedo subir por cuestión de capacidad. Agradecimiento que quiero hacer extensivo a personas que como Lorenzo Rodríguez, Rosa González, Gabriel Alonso o María Rosa Morales entre otras, han querido compartir su tiempo, su trabajo y su cariño con nosotros.