25 febrero 2011

Semillas para la reflexión - Semillas de Paciencia

A veces hasta los corazones más nobles, generosos, pacientes y con grandes dosis de Esperanza, reciben la inesperada visita de algo a lo que los hombres ya nos hemos acostumbrado a escuchar en nuestra cotidiana y estresante vida. Las obstrucciones en las arterias nos juegan malas pasadas y el susto, por decirlo de un modo suave, nos obliga a replantearnos un estilo de vida más acorde con lo que la sabia naturaleza nos enseña. Cuando te visité, acompañado de alguno de mis hermanos, varios fueron los recuerdos que me llevé para casa pero, de un modo especial, las palabras que brotaron de ese corazón que poco a poco ya se va recuperando: tomad las cosas con calma, con tranquilidad, que ya veis lo que pasa después...

Querido Florentino, un placer tenerte de nuevo entre nosotros. Gracias por querer compartir estas "Semillas de Paciencia" con todos los que se acercan a este espacio. Un abrazo muy grande.


LA VIRTUD DE LA PACIENCIA

Si el proverbio persa dice que “la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”, el turco afirma que “la paciencia es la llave del paraíso”. Veamos.

1 – La paciencia en la Escritura

El Eclesiástico nos advierte: “¡Ay de aquellos que perdieron la paciencia!” (Si 2,14).

Jesús nos enseña: “Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas” (Lc 21,19). La Carta a los Romanos relaciona la paciencia con la Esperanza: “La Esperanza que se ve no es Esperanza. En efecto, lo que uno ve, ¿cómo lo espera? Si esperamos lo que no vemos, por la paciencia lo esperamos (Rom 8,24-25). San Pablo es claro: “La caridad es paciente” (1 Co 13, 4), “Entre los frutos del Espíritu está la paciencia” (Gal 5, 22).

2 – La paciencia en la Tradición

Tertuliano en su libro sobre la paciencia, 15, dice: “Dios es un grande depositario de nuestra paciencia. Si dejáis en sus manos las injurias, El las vengará; si le encomendáis vuestras pérdidas, El os reintegrará; si le manifestáis una dolencia, El será vuestro médico; y si le ofrecéis vuestra muerte, El os resucitará. Ved cuan heroica será la virtud de la paciencia que obliga al mismo Dios; y no sin razón, porque ella pone en observancia la ley, y tiene parte, en el cumplimiento de todos sus mandatos. La paciencia, fortifica la fe, establece la paz, fomenta la caridad, funda la humildad, facilita la práctica de la penitencia, gobierna el cuerpo, defiende el espíritu, enfrenta la lengua, liga las manos, vence las tentaciones, disipa los escándalos, consuma el martirio, consuela al pobre, modera al rico, disminuye los males, templa los bienes, consuela a los siervos, a sus dueños y el señor a sus criados, da esmalte a la belleza de una mujer, y honor a los hombres.

La paciencia es amable en tiernos niños, laudable en los jóvenes, y respetable en los ancianos: en una palabra, la paciencia tiene el aspecto más bello y admirable en todos los sexos y edades”. San Anselmo por su parte aconseja: “Conservad en todas las cosas la serenidad de espíritu; no se mude la disposición de vuestra alma con la alegría ni la tristeza; sufrid con el mismo rostro todos los golpes; no os turbe accidente alguno, por extraño que os parezca; no haya desgracia que os halle mal dispuestos para recibirla; prevenidlas todas con la reflexión, y preved desde lejos las que os puedan sobrevenir”.

Los versos de Santa Teresa son célebres: “Nada te turbe / Nada te espante / Todo se pasa / Dios no se muda / La paciencia todo lo alcanza / Quien a Dios tiene / nada le falta / Sólo Dios basta”.

3 – La paciencia en el Magisterio

Sufrir con paciencia es una virtud para el Catecismo: “Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espiritual, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia” (n. 2447). El mismo Catecismo define nuestro tiempo como “tiempo de paciencia” (n. 2772). Benedicto XVI, en el Ángelus del día 29 de agosto de 2010, dijo: “Una vez más pues, miramos a Cristo como modelo de humildad y gratuidad: de Él aprendemos la paciencia en las tentaciones...” (cfr. Lc 14,10)”.

4 – La paciencia en la Cultura

Aprendamos de los pensadores prestigiosos: “Adopte el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia” Ralph Waldo Emerson. “El arte y la ciencia no bastan, sino que, además, es indispensable la paciencia” Goethe. “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que por cualquier otro talento” Isaac Newton. “La paciencia tiene más poder que la fuerza” Plutarco.

Los males del corazón requieren, a veces, una buena dosis de paciencia.

Así lo he experimentado estos días.

Gracias por vuestra oración.

Un abrazo


Florentino Gutiérrez. Sacerdote Salamanca, 25 de Febrero de 2011