El Señor nos pone en nuestra andadura por esta vida a personas que, con su amistad, complementan nuestros defectos, los corrigen y los transforman en buenos sentimientos. En la actualidad, como ya he mencionado, Antonio goza de un lugar de privilegio desde el que puede prácticamente acariciar al Señor del Gran Poder con la yema de sus dedos. De ahí que Gran Poder y Antonio estén tan unidos para mi, pues ambos son capaces de "pellizcar" este corazón marchitado por los errores de la vida, consiguiendo que me traslade a instancias que solo unos pocos tenemos el honor y el privilegio de vivir o sentir. Mención singular tiene sus vínculos con la vecina Granada - ¡Qué grandes tus compadres, Antonio! - y con mi querida Salamanca, ciudades a las que ama y siente como suyas.
En difinitiva, visitar mi querida y soñada Sevilla, sin hacer una parada ente el Señor del Gran Poder y sin pasar horas e incluso días sin la compañía de Antonio, es como negar mi condición de macareno. ¡Que paseos por la calle Feria hacia tu casa, que croquetas las que compartimos donde Ovidio, o las torrijas de Montesión! Pero, sobre todo, que placer es pasar horas y horas hablando contigo de lo que tanto nos gusta.
Sirvan por tanto estas palabras como mi pequeño homenaje a este gran hombre al que, como digo, Dios puso en mi camino para mi gloria, entrando a formar parte de mi vida y de la de mi familia y amigos más cercanos.
Gracias Antonio por tu generosidad, por tu gran corazón, por todo lo que haces por este hermano que te admira y que quiere.
No te preocupes por nada
ni pierdas la calma
Vive cada momento
sea de gozo o dolor
de tristeza o alegría
de esperanza o prueba ...
.jpg)